Vestimenta Femenina, información también sacada de la página http://www.culturatradicionalgc.org/
- Sombreros. Esta pieza es más conocida en el argot popular como cachorro, cachorra o cachorrilla. Su forma será diferente según la localidad de la Isla que lo fabrique. Esas diferencias se concentran básicamente en el ala y la copa. Los del norte suelen tener la copa redondeada y el ala doblada hacia arriba. Los del centro de la Isla se diferencian en que tienen una copa redonda y un poco más baja y el ala es más recta. Y ya en los municipios de Firgas, Arucas y Moya, lo común, es que la copa sea más alta y redondeada y el ala un poco virada hacia arriba. Cierto es que la producción sombrerera, a medida que evoluciona, genera otras diferencias entre las zonas de la Isla, con modelos nuevos o diferentes, o con el uso de materiales tales como la lana, el pelo de camello o la piel de conejo. Podríamos decir que hay dos tipos de sombreros en Gran Canaria: la cachorra, que era de copa baja y redondeada y el sombrero troncocónico, que tenía la copa alta y el ala recta. La industria sombrerera de Gran Canaria contaba, entre sus otras cualidades, con un alto nivel de producción, de hecho abastecía a gran parte del Archipiélago. La Real Sociedad Económica se preocupó por fomentar la industria en cuestión, ofreciendo incluso, premios y ayudas por su prosperidad. La industria del sombrero fue cayendo poco a poco ya que no podía competir con los importados, aunque a fines del siglo XIX se seguían haciendo. La sombrerería en Gran Canaria va a influir en el uso, incluso en los tocados femeninos. Las mujeres tenían mejor acceso a los cachorros y otros sombreros por la abundancia que de ellos había, y que además tenían precios más asequibles. Los sombreros se adornaban con hebillas de plata o de oro, dependiendo de la posibilidades económicas. Estas se colocaban trabadas en una cinta en la parte baja y delantera de la copa. Otros adornos más molestos y menos vistosos eran: una flor, una espiga o medallitas de santos, que podían ser de plata o de mezcla con bronce. La cachorra se ha utilizado, en el caso de las mujeres, siempre sobre un pañuelo o mantilla, lo que les proporciona una presencia más elegante. Los sombreros para hombres, convivían con las monteras, y su modelo variaba según la zona en la que se fabricara. Ya en el último tercio del siglo XIX, la única diferencia con el sombrero femenino es el tamaño. Una de las peculiaridades del sombrero masculinos es una referencia al sombrero de tres puntas. Éste solía ser llevado por lo señores, aunque pocas veces lo lucían puesto que tenían que llevar puestas sus empolvadas pelucas. Dicha pieza tenía una base en forma de triángulo, donde cada una de las alas se levantaba hacia arriba de manera considerable. Podía estar decorado con guarniciones de color blanco o con cintas de color oro y plata. Su uso se generalizó en la segunda mitad del siglo XVIII, por lo que también lo podían portar las clases populares.
- El Pañuelo de Cabeza. Podríamos decir que esta pieza es como un cuadrado de tela de más 80 cm. El tejido preferido para hacerlos es el algodón, pero daba igual del tipo que fuera este. Los colores usados dependían del gusto de cada persona. Los pañuelos podían ser lisos o bien con una serie de estampados y/o lunares. Había dos formas de usarlo: debajo de la mantilla o dejando las puntas sueltas. También había diversas formas de atarlo: atado atrás, a la nuca, debajo de la barbilla, cruzando las puntas rodeando el cuello y sujetando las puntas en la nuca, o bien, cruzando detrás de la nuca las puntas que caen delante y llevarlas encima de la frente con un par de nudos.
- El Pañuelo de Hombros. Tiene las mismas características que el pañuelo de cabeza en cuanto a tejidos, colores, estampado y forma, pero difiere en su tamaño, ya que es mayor. Las puntas delanteras de este pañuelo se cruzan dentro del justillo, llegando incluso, a asomar por debajo. Recubría todo el escote, de hecho, va un poco abullonado cayendo una serie de pliegues sobre las asillas.
- La Pañoleta o Pañolón. Es una pieza con forma de cuadrado amplio, que doblado de una punta a otra queda con forma triangular. Se coloca sobre los hombros, cayendo una punta por detrás y las otras dos por delante. Para su elaboración se empleaban diversos materiales como lana, seda, paño fino, bayeta y algodón.
- La Toca. Cobertura que tapa la cabeza, los hombros y llega al pecho. Tenía forma semicircular, solía ir colocado sobre la cabeza de la portadora y atada en la barbilla de la misma. Era un distintivo de las monjas, pero antiguamente, lo usaban las viudas y las mujeres del pueblo. Para su elaboración se solían usar telas finas como el lino, la seda y la beatilla.
- El Sobretodo. Esta es una prenda que se va a caracterizar por tener una forma cuadrada y rodeada por flecos de la misma pieza. Su uso comenzó en el siglo XIX, coincidiendo con una de las crisis económicas que, con tanta frecuencia, azotaban las Islas. Y es que se trataba de una prenda sencilla, barata y por lo tanto, de fácil acceso para las clases más populares. Era una prenda que solía ser importada desde Inglaterra o desde la Península. Los materiales más comunes para su elaboración eran la lana, la franela y el algodón. Su colorido era también muy variado, desde los cuadriculados en negro con otros colores, pasando por los marrones, hasta los rayados o listados a la escocesa. Se puede colocar de diferentes formas. La más común es la que se pone a modo de mantilla, o sujeto por el cachorro, pero también enrollado al cuello. Además se le dio otros usos como el de alforja para llenarlo de mercancías, o colocarlo como pañolón.
- La Mantilla. Es una de las prendas de vestir femeninas más realzadas y mimadas en Gran Canaria, de hecho, será como un sello de identidad de la mujer de la Isla, puesto que será donde más tiempo se conserve. Su origen es claramente peninsular, sobre todo de la zona de Castilla, pero también es cierto, que podemos encontrar mantillas en sitios tan dispares como Nápoles y Venecia o en los países árabes del mar Mediterráneo. También podría decirse de la mantilla canaria, que tiene muchas similitudes con la que utilizaban las mujeres musulmanas en España, para cubrirse el rostro. La forma de la mantilla es, más o menos, como un enorme triángulo, y el ángulo que cae en la espalda va tomando forma redondeada. Los lados que van desde la base al vértice están ligeramente recortados hacia dentro y así, las manos tienen la facilidad de sujetar la mantilla. Una vez colocada la mantilla, esta debe llegar por detrás a tapar desde la espalda hasta los glúteos, y por delante, las puntas deben llegar a medio muslo. En cuanto a los colores, predominan el blanco y el negro ya que eran los más usados. La negra concretamente pervivirá un tiempo más, después de la desaparición de la blanca. También hay otros colores, pero éstos tendrán un uso más destacado en zonas de la Isla, como Guía y Artenara, que eran de color azul. La mantilla también podía estar decorada con cenefas, vuelos, encajes, bordados, y hasta con borlas, tres normalmente, y su función era la de servir de adorno y la de asentar la mantilla, que iba sobre la frente, sirviendo de contrapeso para que no se fuera para atrás.
- El Manto y la Saya. El conjunto de manto y saya fue un vestido muy generalizado en el Archipiélago Canario. Consiste en unas faldas ajustadas a la cintura, una cae a los pies, la otra se sube por la espalda hasta cubrir la cabeza. Hay referencias de su uso desde el siglo XVI, y se continuó usando hasta el siglo XIX, aunque a mediados de este siglo este traje deja de verse. La supervivencia del manto y la saya en Canarias durante tanto tiempo, se debe al aislamiento y al bajo poder adquisitivo de los pobladores. Este traje pertenece a los modelos de tapadas, pues el manto era lo que les cubría la cara, aunque es un vestido que es usado tanto para ir a la iglesia, de paseo, de calle, o incluso, de luto. Como es lógico, existían diferencias en la calidad de los tejidos del vestido, según las posibilidades de las portadoras. De entre los materiales usados, el que prevalecía era el anascote, junto con las sayas de lana y las variedades de seda. Las dos piezas solían estar ribeteadas con un cordón que podía ser de color encarnado o amarillo, o incluso del color del mismo vestido, que era normalmente, negro. De este vestido hay muchos detractores, los cuales han intentado ridiculizarlo por diferentes motivos, y entre ellos están aquellos que lo hacían para intentar erradicar esa costumbre local y darle mayor cobertura a las nuevas influencias europeas y conseguir así, dar a la ciudad un aire más cosmopolita. El manto y saya, junto con los trajes de viuda son los que darán origen a los modelos de las Dolorosas.
- El Camisón. Es una prenda interior, que se caracteriza por tener contacto directo con la piel y que se usaba sobre todo en invierno. La forma era recta, de cuello redondo, abierto por delante hasta medio pecho y con un largo que variaba, entre el que llegaba un poco más abajo del medio muslo y el que llegaba al borde de la falda. Sus mangas también podían tener dos formas o tamaños: las que eran muy cortas, a la altura del hombro y las que eran largas hasta el puño. El material por excelencia utilizado era el lino.
- El Capotillo. Prenda femenina con forma de capote o esclavina corta, usada como prenda de abrigo. A la hora de ponersela, es una pieza que va sobre los hombros y que llega hasta la cintura. Los materiales más usados para su elaboración son: la bayeta, el barracán y el paño. Y los colores más usuales son el granate, blanco, azul y verde. También suelen ir ribeteados con una cinta de color amarilla, azul o del tono del capote. En Gran Canaria esta pieza era habitual verla en Telde, Agüimes, Santa Brígida, San Mateo y zonas de la cumbre.
- La Casaquilla. Se trata de una chaquetilla corta, muy ceñida al cuerpo y que termina en la cintura, aunque hay algunos modelos que llevan unas pequeñas faldillas que caen sobre la cadera. Además tienen las mangas largas, con puño y se colocan sobre el justillo. Los materiales con los que se suele elaborar son el tafetán, damasco, anascote, princesa y el paño, que además era el más barato. Los colores de esta prenda son muy variados, pero los más comunes son: amarillo, azul, negro y listadas en azul y blanco.
- La Blusa (de manga corta). La blusa es una prenda de cuerpo recto, cuello holgado con una fina jareta donde se cogen los pliegues, por cuyo interior pasa una cinta que sirve para cerrar la camisa con un lazo. Se coloca bajo el justillo y suele ser de lino. Lo más laborioso de elaborar de la prenda son las mangas porque son muy amplias y han de ir finamente plegadas para que queden bien abombadas. En la axila tiene un rombo de tela que proporciona más libertad de movimientos. Otro modelo es el de las campesinas para los días de fiesta, cuyo material y elaboración es similar a lo dicho anteriormente, con la salvedad de que esta se amarra a la espalda, de que la tela va muy plegada a la jareta del cuello y que las mangas son muy amplias, ceñidas al codo desde donde cae una amplia banda de encaje. El otro tipo de blusa se caracteriza al igual que las otras por su carácter popular. Se diferenciará de las otras en que tiene el cuerpo más largo, de hecho llega hasta el medio muslo, porque las mangas son más amplias y largas y porque el cuello puede ser tanto cuadrado como redondo, siendo también posible contar con la abertura por delante como por detrás. Aunque el lino era el material más usado, la calidad no era siempre la misma, puesto que dependía del grosor del lienzo. Por esto es que se diferenciaba entre el lino fino y el lienzo de tierra.
- El Jubón. Esta prenda tiene la misma función y forma que el justillo, con una salvedad, que este tiene mangas, por lo que se deduce que se trata de una pieza de invierno. Las mangas pueden ser cortas (a la altura del codo), o bien largas (a la altura de la muñeca), con un pequeño corte lateral donde irían los botones, lo que facilita el paso de las manos.
- El Justillo. Es una pieza que no tiene mangas y que se ciñe al cuerpo pero que no sobrepasa la cintura. También se le llamaba monillo o cotilla. El justillo usado en Canarias no difiere mucho de los que se utilizan en otros países. Será una pieza que podían llevar todas las mujeres, independientemente de su estrato social. La función de esta pieza es la misma que la del corsé: ajustar el cuerpo. La estética y uso estarán influenciados tanto por el material, como el color del que está hecho, y eso es lo que condicionará a las portadoras. Los justillos tienen asillas y la abertura del mismo viene condicionada por lo justo y el apretado de los cordones, que los ciñe al cuerpo, con un serpenteado; y con ojetes a ambos lados de la parte delantera. A la hora de confeccionarlos, los tejidos predominantes son la seda, lienzo y lana, aunque los últimos, los encontramos con menor cantidad. También los hay de brocado y de telas muy ricas pero esos son los que menos abundan. En cuanto a los colores, hay cierta variedad, pero el tono preferido es el encarnado. Esta pieza solía ribetearse con una fina cinta de la misma calidad que la del tejido y color de la pieza, u otro que contrastara.
- Delantal. Es una pieza de tela que se colocaba alrededor de la cintura y se amarraba a la espalda con un lazo. Su tamaño era variable dado que había diferentes largos. A la hora de elaborarlo, dada su función, que era la de proteger las faldas de la suciedad en el transcurso de la faenas de trabajo, se usaban diferentes tipos de telas, e incluso, se adornaban con bordados y encajes.
- La Manteleta. Es una especie de esclavina, con puntas largas por delante, que se coloca como un chal y que tenía la función de abrigo o de adorno. En Canarias había prendas de abrigo más cómodas que la manteleta, como por ejemplo el sobretodo, por lo que ésta tendrá un marcado carácter de ornamentación y de ostentación. De hecho es una prenda de vestir de las mujeres acomodadas, y su uso va está estrechamente ligado a las zonas urbanas.
- La Falda. Es la parte del vestido que va desde la cintura hacia abajo, llegando a los pies, es una de las prendas más valoradas del vestuario dada su vistosidad. Esta prenda también es conocida como: nagua o enagua, saya, brial, guardapié, y en el léxico popular de Gran Canaria también se la conoce como jato. Igual de variada que su denominación, son múltiples los tipos de faldas que nos podemos encontrar, dado la diversidad de colores y de telas que se usan para su elaboración. En Gran Canaria, en el uso de enaguas se generalizaron los colores marrones, el pardo, o bien el azul. Estas se protegían ribeteandose con un cordón encarnado, negro, o bien azul o del color de la falda. Esta preferencia por las enaguas pardas se encontraba relacionada con su facilidad para encontrarlas o porque eran usadas en caso de promesa o de luto. Las faldas listadas eran una de las predilectas para la mujer canaria. Su tejido se hacía en telares manuales en lamparilla y cordoncillo o revés y derecho. Hay algunas de las listadas que por su color y orden las podemos encontrar también en otras Islas, tal y como es el caso del azul y blanco, dada la facilidad de su obtención. El ancho de las listas solía ser igual, pero cuando se quería resaltar algún color , éste aparecería en una lista más ancha o bien con más frecuencia dentro de la trama de la tela. El ancho de la tela estaba condicionado por el ancho del telar, por ello, también condicionaba el hecho de que la falda fuera partida, es decir, hecha de dos trozos, o bien enteriza. Otra modalidad son las enaguas de Chorros, que eran las que tenían un adorno de diferentes filas de encajes o trozos de tela plegados. Estos encajes eran manufacturados por las artesanas, o bien por las monjas de los conventos. Los tejidos para los chorros tenían que ser de calidad, y por ello la preferencia estaba en la muselina, la batista, la seda y los encajes. Otro formato que también estaba bastante generalizado, eran las faldas de listado en amarillo, azul y rojo. La falda cuenta también con una serie de peculiaridades. Entre ellas está el tema de su confección, y por otro lado está su forma. Tendrá la cintura abierta a ambos lados, y en sus extremos tiene una cinta que servirá para amarrarla ajustándola así a la cintura. En el borde inferior de la falda tiene dos elementos para protegerla, el ribete, que es una cinta de algodón o de seda que queda a la vista y que embellece la falda a la par que la protege del roce con el suelo. Y luego nos encontramos con la barredera, que es una franja de tela que rodea todo el vuelo y lo protege. Reemplazar estas dos piezas era más fácil y económico que hacer una falda nueva.
- El Refajo. Es una enagua interior a la que también llamaban zagalejo, aludiendo a la que va por debajo de la falda. Solía ser de color encarnado generalmente, y el uso de este color estaba íntimamente relacionado con el período menstrual y las dificultades que las mujeres tenían en esos días; y también era usado por ellas en el luto más riguroso. Los tejidos con los que se elaboraban eran la franela y la bayeta , ya que el refajo es una prenda de invierno, se adorna con una cintas negras en la parte baja de la falda, rodeándola.
- El Zagalejo. Es una enagua interior que utilizan las mujeres y que va desde la cintura hasta los pies, de hecho es la pieza que mantiene contacto directo con la piel. Normalmente está elaborada de lino y suele estar carente de adornos. Estos llegaron posteriormente. Los encajes y las tiras bordadas son recientes. En algunos documentos aparecen los zagalejos como ropa blanca.
- Medias. Es una prenda tejida a punto de dos agujas, que cubre tanto el pie como la pierna. Servía tanto de abrigo como de adorno. El cuchillo es cada una de las dos piezas triangulares que se ponen a los lados de la media, a la altura del tobillo, que puede ser de igual color que el resto de la media o bien de otro color, y que empalman la caña con pie. Esta es una prenda de uso tanto masculino como femenino. Además cuenta con una variedad de colores en los que se incluyen: el verde, negro, blanco, encarnados, color marrón oscuro.Y sus materiales en la elaboración son: el estambre, algodón, seda, griseta, hilo y lana. Su elaboración podría ser o profesional, o casera, pero el panorama de su fabricación se irá modificando a partir de 1857 con la aparición de las máquinas de tricotar circulares, hasta llegar en 1872, a la automatización de su elaboración.
- Los Zapatos. La descripción de los modelos de zapatos se reducen a: los que utilizaban las clases pudientes y los que utilizaban las clases más populares y los de las mujeres de sociedad para los días de fiesta, que solían usar escarpines bordados de seda con hilo de ese mismo material o con hilo de oro o plata. El zapato femenino solía ser un zapato plano, de influencia francesa, aunque luego empezaron a llegar los zapatos de tacón, y estos también serían bordados. Se les añadía unas hebillas de oro o plata, ya que era una pieza indispensable dentro de la dote de las muchachas casaderas. Los zapatos de los hombres se fabricaban con cuero virado o piel vuelta, en diferentes modelos: de caña baja o alta. Los de tipo popular o de faena difieren un tanto de los de la clase acomodada, y los que usaban en los días de fiesta, que se embellecían con hebillas de plata, que frecuentemente se encontraban en las dotes masculinas. La rentabilidad del calzado en Canarias fue fomentada por la Real Sociedad Económica. Los zapateros de Gran Canaria abastecían el mercado, aunque los modelos de las clases populares no tenían un diseño espectacular, su comodidad si que era reconfortante. A la entrada y salida de las ciudades, generalmente al lado de las portadas había poyos, donde tras descansar, los hombres y las mujeres se calzaban para entrar, después de haberse lavado los pies en una acequia o pila cercana, pues los caminos se hacían descalzos. El uso de las alpargatas fue bastante tardío.
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