sábado, 21 de noviembre de 2015

185. Dedal COLECCIÓN GRITOS // GRITOS COLLECTION´s Thimble

Dedal Fachada Universidad de Salamanca. Castilla y León. Colección Gritos.
El dedal de hoy vuelve a ser otro dedal de la colección que os vengo enseñando desde hace unos días. Esta vez volvemos a la ciudad castellano leonesa de Salamanca, para enseñaros un bonito dedal de la fachada de su Universidad.

La Universidad de Salamanca (en latín: Universitas Studii Salmanticensis) es una universidad pública española emplazada en la ciudad de Salamanca. Es la universidad, en activo, más antigua del país, y la quinta más antigua de Europa, tras las de Bolonia, Oxford, París y Cambridge.

El Studium Generale, germen de la universidad, instituido en 1218, era en ese momento el segundo más antiguo de España, tras el Estudio General de Palencia (fundado entre 1208 y 1214) y además fue la primera institución educativa europea que obtuvo el título de Universidad por la real cédula de Alfonso X “el Sabio” fechada el 9 de noviembre de 1252, y posteriormente ratificada por la licentia ubique docendi de Alejandro IV en el año 1255.

Su origen, como el de la mayor parte de las universidades medievales europeas, fueron unas escuelas catedralicias existentes en Salamanca, cuya existencia puede rastrearse ya en 1130, cuando su maestrescuela asistió a un concilio en Carrión.

En el año 1218, Alfonso IX de León otorgó la categoría de Estudio General a esas escuelas, con el nombre de Studii Salmantini. Este título de Estudio General manifiesta la diversidad de las enseñanzas impartidas, su característica no privada (abierta a todos) y la validez de sus títulos. La Universidad de Salamanca nació como una universidad eminentemente jurídica, en consonancia con la Universidad de Bolonia y en contraste con las universidades de Oxford y París, más centradas en la teología y las artes. En 1254, el rey Alfonso X el Sabio dotó a la universidad de unos estatutos que definían el sistema de financiación de la universidad y creaban el cargo de bibliotecario y nuevas cátedras. La Universidad de Salamanca se convirtió así en la primera de Europa en contar con una biblioteca pública. La Universidad era financiada por la Iglesia, aunque indirectamente. Sus fondos provenían de las tercias reales del diezmo eclesiástico. Al ser el diezmo un impuesto sobre la producción agrícola, la situación económica de la Universidad estuvo fuertemente influida por las crisis agrarias que se producían regularmente. Se impartían entonces estudios en derecho, medicina, lógica, gramática y música. Los profesores de asignaturas relacionadas con el derecho gozaban de un sueldo mayor, al tratarse de una universidad inclinada hacia las disciplinas jurídicas. Durante los siglos XIII y XIV se fueron creando nuevas cátedras, especialmente en derecho. El espaldarazo final le llegó en el año 1255 con la bula del papa Alejandro IV que le otorgó la licentia ubique docendi, con la que se reconocía la validez de los grados otorgados por la Universidad de Salamanca en todo el mundo. Entre 1381 y 1386 comenzó a impartir estudios de teología.

Las clases se impartían en latín, lo que facilitaba la movilidad internacional de profesores y estudiantes al ser una lengua utilizada en toda Europa. Los principales destinos del alumnado eran Bolonia, París y Montpellier. No obstante, la movilidad internacional en este periodo era poco importante, llegando muy pocos alumnos extranjeros a Salamanca. La mayor parte de los alumnos provenían de la Meseta Norte, Portugal, Galicia y Asturias. La Universidad presentaba unas dimensiones reducidas, en términos de número de alumnos, respecto a otras de la época como la de Bolonia. A finales del siglo XIV estudiaban en Salamanca entre 500 y 600 alumnos. El crecimiento durante el siglo XV fue muy importante, alcanzando unos 3.000 alumnos a comienzos del siglo XVI.
Todos eran varones y predominaban los clérigos sobre los laicos.

La institución tardó siglos en contar con edificios propios donde impartir la docencia. Hasta el siglo XV, las clases se impartían en el claustro de la Catedral Vieja, en casas alquiladas al cabildo y en la iglesia de San Benito.

El primer edificio propiamente universitario fue el del Colegio Mayor de San Bartolomé (por lo que era conocido como el “Colegio Viejo“), fundado por el obispo Diego de Anaya Maldonado, comenzado a construir en 1401. El cardenal aragonés Pedro de Luna, que luego sería el antipapa Benedicto XIII, gran protector de la institución, impulsó la compra de los primeros solares y en las constituciones de 1411 obligó a la construcción de las Escuelas Mayores (conocido a veces como edificio histórico de la universidad). Poco después, el rey Juan II, promovió la del Hospital del Estudio (actual rectorado), y más tarde (1428) se empezó el edificio de las Escuelas Menores. Las primeras constituciones de la Universidad fueron otorgadas por el Papa Luna. En 1422 fueron sustituidas por las de Martín V.

En las Escuelas Menores se impartían las enseñanzas que daban acceso al título de Bachiller. En las Escuelas Mayores se estudiaba para los grados de Licenciado y Doctor, títulos mayores.

Además de en las Escuelas, las enseñanzas se impartían en los Colegios Mayores y Menores o en conventos de las órdenes religiosas. En la España del Siglo de Oro sólo había seis Colegios Mayores: los cuatro de Salamanca: el de San Bartolomé, el de Oviedo, el de Cuenca y el de Santiago, a los que se añadían el de Santa Cruz en Valladolid y el de San Ildefonso en Alcalá.
Salamanca contaba además con un sinnúmero de colegios menores y otros centros universitarios de diverso tipo.

En el tránsito del siglo XV al XVI, la Universidad de Salamanca se convirtió en el referente
nacional. Hasta el siglo XVII fue vista como la universidad más prestigiosa, afamada e influyente de España, por contar con la mayor variedad de enseñanzas, las mejores dotaciones físicas y humanas y el alumnado más internacional. El auge de la Universidad se debió en buena medida a la conquista de América por parte de España y a la construcción del Estado centralizado por los Reyes Católicos, lo que requería burócratas, funcionarios y juristas que la Universidad de Salamanca podía ofrecer gracias a su especialización en estudios jurídicos. A finales del siglo XVII, el 65 % del presupuesto destinado a salarios iba a parar a profesores de derecho y teología , y las cátedras de matemáticas-astrología y música eran las peor pagadas. Hacia 1580, llegaban a Salamanca 6.500 estudiantes nuevos cada año, y de entre los licenciados se nutría la administración de la monarquía hispánica de funcionarios para el Estado.

A pesar del carácter jurídico de la Universidad, desde finales del siglo XV también se incorporó al movimiento humanista, aunque relativamente ensombrecida en este terreno por la entonces recién creada Universidad de Alcalá. En este periodo convivieron en Salamanca algunos de sus miembros más brillantes en lo que se conoció como la Escuela de Salamanca. Los integrantes de la Escuela renovaron la teología, sentaron las bases del derecho de gentes moderno, del derecho internacional y de la ciencia económica moderna y participaron activamente en el Concilio de Trento. Matemáticos de esta Escuela estudiaron la reforma del calendario, por encargo del papa Gregorio XIII, y propusieron la solución que se implantó posteriormente. También tuvo Salamanca en esa época las que probablemente fueron las primeras alumnas universitarias del mundo: Beatriz Galindo y Lucía de Medrano. Medrano fue la primera mujer que dio clases en una Universidad.

El claustro de la Universidad discutió sobre la viabilidad del proyecto de Cristóbal Colón y las consecuencias que traían sus afirmaciones. Una vez descubierta América, se discutió sobre el derecho de los indígenas a ser reconocidos con plenitud de derechos, algo revolucionario para la época.

En el siglo XVII, el carácter humanístico fue abandonado y se produjo una relativa decadencia. Como un título por Salamanca o haber sido Colegial era llave para obtener cargos importantes en la Administración, los hijos de la nobleza fueron tomando el dominio de los colegios mayores, que dejaron de servir su función original: enseñar a jóvenes pobres pero valiosos. Pudieron tomar el poder porque los colegios funcionaban como una institución democrática en la que los colegiales decidían colegiadamente todos los aspectos del gobierno, incluyendo la admisión de nuevos colegiales; en cuanto formaron un grupo suficientemente numeroso, cerraron la admisión de los no pertenecientes a la nobleza, entre otras cosas exigiendo pruebas de limpieza de sangre, lo que solamente podían demostrar los nobles, que disponían de archivos ordenados.

En el siglo XVIII, especialmente durante el reinado de Carlos III, se llevaron a cabo reformas que hicieron que la Universidad de Salamanca constituyera uno de los principales focos de la Ilustración española. Se potenciaron la medicina, la física, las matemáticas y las letras clásicas. En torno a Ramón de Salas y Cortés —profesor de filosofía moral y jurídica— y al poeta Meléndez Valdés se congregaron personajes notables como el matemático y filósofo Miguel Martel, el bibliotecario de la universidad, traductor, sistematizador y difusor del pensamiento de Jeremy Bentham, Toribio Núñez Sessé, el matemático Juan Justo García o los poetas y políticos Juan Nicasio Gallego y Manuel José Quintana. Muchos de los estudiantes, profesores e intelectuales vinculados a este círculo ilustrado desempeñaron, como por ejemplo Diego Muñoz Torrero, un papel fundamental en las Cortes de Cádiz, la elaboración de la Constitución de 1812, el desarrollo del liberalismo y el pensamiento progresista en España y la introducción de las entonces incipientes ciencias sociales. No fueron ajenos a este renacer los prelados de Salamanca, como Bertrán o Tavira (éste, además catedrático de la Universidad), ambos de ideas ilustradas. Por real decreto de 12 de julio de 1807 se aprueba el plan de estudios de Caballero para todas las universidades del reino, siguiendo las pautas trazadas por la Universidad de Salamanca, que ya apuntaba hacia un nuevo tipo de universidad más centrado en las ciencias naturales y sociales y menos en el derecho y la teología. El plan acabó enseguida, debido a la invasión francesa. El reinado de Fernando VII de España y la restauración del absolutismo, tras el breve trienio liberal de 1820 a 1823, condujo a la frustración de este renovador y prolongado movimiento intelectual.

Durante la invasión francesa (1808–1813) muchos de los edificios de los Colegios salmantinos resultaron destruidos en el transcurso de una fase de la llamada “Batalla de Salamanca” por parte de los historiadores ingleses, al sur de la ciudad, actual calle ancha, donde las tropas británicas tomaron al asalto esta parte de la ciudad que albergaba tres posiciones fortificadas francesas, con gran destrucción al estallar un polvorín en el convento de San Vicente, una de las tres fortificaciones. Lo que quedaba de sus bibliotecas (parte ellas había sido trasladado a Palacio Real al ser cerrados los Colegios en 1780) fueron expoliadas. Esos libros se recuperaron entre el equipaje del rey José tras la batalla de Vitoria (1813), y una parte fue regalada por Fernando VII a Lord Wellington, como agradecimiento, y otra pasó a formar parte de la Biblioteca del Palacio Real. Parte de estos últimos fue recuperada para la Biblioteca de la Universidad en 1954.

En 1852 la Universidad perdió la condición de universidad pontificia, al aprobarse la real orden de 21 de mayo que suprimió sus dos facultades eclesiásticas (Teología y Derecho Canónico).

Tras el Plan Pidal de 1845, la universidad pierde la facultad de expedir títulos de doctor, que se reserva en exclusiva para la Universidad Central de Madrid. En ese momento Salamanca dejó de jugar el papel de universidad modelo, que pasaría a la Central. Perdió dos facultades (Medicina y Ciencias), quedando reducida a otras dos: Derecho y Filosofía y Letras. La Diputación Provincial y el Ayuntamiento de la ciudad financiaron la continuidad de ambas, como Facultades Libres, instalándose Medicina en el edificio del Colegio del Arzobispo y el llamado Colegio Libre de Ciencias, en el edificio de las Escuelas Menores, hasta que, tras los esfuerzos de los rectores Esperabé y Unamuno, en 1904, vuelven a ser reconocidas como facultades estatales.

Desde 1951, el ministro de Educación Nacional Joaquín Ruiz-Giménez intentó reducir en cierta medida el grado de control político ejercido por el Gobierno sobre las universidades, abrir la universidad española a Europa y otorgar cierta autonomía a los centros. La Universidad de Salamanca, por su significación histórica, era un buen modelo para iniciar el proceso, por lo que el Gobierno apoyó decididamente los preparativos para la celebración del VII centenario de la Universidad en el curso académico 1953-1954, acto que debía servir de escaparate de las nuevas políticas. La Universidad aprovechó la efeméride para manifestar su objetivo de recuperar el lugar privilegiado que había ocupado anteriormente en el panorama universitario español, abandonando el papel de universidad de provincias al que había sido relegada por la política centralista liberal del siglo XIX. Las celebraciones del centenario lograron recuperar la imagen de la Universidad gracias al homenaje recibido por las más de 70 universidades de todo el mundo asistentes al evento y el reconocimiento de la Universidad de Salamanca como alma mater de las universidades hispanoamericanas. En los actos celebrados en el mes de octubre de 1953, el rector de la Universidad, Antonio Tovar, hizo público el acuerdo alcanzado en 1948 para otorgar el doctorado honoris causa a Francisco Franco, movimiento con el que se pretendía obtener concesiones del dictador. Los actos del centenario tuvieron prontas repercusiones: el 6 de noviembre de ese mismo año el Consejo de Ministros devolvió a la Universidad de Salamanca la potestad de otorgar el título de doctor, en mayo de 1954 se devolvieron a Salamanca un millar de manuscritos de las bibliotecas de los antiguos Colegios Mayores que habían permanecido en Madrid desde tiempos de Carlos IV, y en 1955 se planteó la concesión a la Universidad de un régimen especial con cierta capacidad de decisión y autonomía que posteriormente podría ampliarse a otras universidades en función de los resultados observados en Salamanca. No obstante, este proceso de relanzamiento de la Universidad de Salamanca se truncó en 1956 con la dimisión del ministro Ruiz-Giménez, que fue incapaz de convencer del proceso de apertura y reforma a los sectores más conservadores del régimen franquista.

A pesar de todo, en esta época se dio un renacimiento de la Universidad con un grupo de profesores notables, entre los que se cuentan el rector Antonio Tovar, el exrector Ramos Loscertales y los profesores Guillermo Arce, Miguel Artola, Norberto Cuesta, García Blanco, Maluquer, Ruiz-Giménez, Granjel, Tierno Galván, Zamora Vicente y muchos otros.

Desde el fin del proceso aperturista en 1956 hasta comienzos de la década de 1960, el número de alumnos de la Universidad de Salamanca se mantuvo relativamente constante, entre 3000 y 4000 alumnos. A partir del curso 1962-1963, se produjo un crecimiento constante del número de matriculados, duplicándose en el plazo de diez años hasta alcanzar los 7727 estudiantes en el curso 1972-1973. El incremento del número de estudiantes no se produjo de manera homogénea en todas las facultades que conformaban la Universidad, lo que derivó en una modificación del peso de cada una de ellas sobre el total del cuerpo estudiantil. Hasta 1965, el grueso de los estudiantes se concentraba en las facultades de Derecho y Medicina. A partir de ese año, la Facultad de Derecho fue perdiendo peso en favor de la Facultad de Filosofía y Letras, mientras que la Facultad de Medicina mantuvo su posición predominante. Las principales razones de esta redistribución del cuerpo estudiantil entre facultades fueron el incremento de la población estudiantil femenina, que mostraba una mayor preferencia por las enseñanzas de la Facultad de Filosofía y Letras, y el aumento del número de estudiantes extranjeros, fundamentalmente iberoamericanos, que demandaban principalmente estudios en Medicina.

Desde 1955 hasta 1970, la Universidad de Salamanca aumentó su proyección internacional, solo equiparable a las de la Universidad Central de Madrid y la Universidad de Barcelona, también importantes universidades de referencia de la época. Entre 1955 y 1965, la matrícula de alumnos extranjeros se triplicó, registrándose posteriormente un ligero descenso hasta 1970. En conjunto, el número de estudiantes extranjeros se duplicó al pasar de 371 estudiantes en 1955 a 773 en 1970. Una media del 80,5 % de los estudiantes extranjeros procedían de Iberoamérica, y demandaban principalmente estudios en Medicina (el 78,3 % de los alumnos extranjeros acudían a esta facultad).

El auge de la Facultad de Medicina se debió en gran medida al logro de un cierto prestigio a nivel nacional gracias a la creación de nuevos centros y escuelas profesionales como el Instituto de Investigaciones Clínicas, la Escuela Profesional de Oftalmología y la Escuela Profesional de Obstetricia y Ginecología, y a la necesidad de profesionales y especialistas en este campo en Iberoamérica. El 11,4 % de los alumnos extranjeros acudían a la Facultad de Filosofía y Letras, fundamentalmente al Curso Superior de Filología Hispánica puesto en marcha en 1950 y que dio comienzo a la tradición de enseñanza del español en Salamanca que perdura hasta la actualidad.

Estos alumnos procedían en su mayor parte de Europa (principalmente Reino Unido) y Estados Unidos.

Al margen de las enseñanzas conducentes a títulos oficiales impartidas en las facultades, el principal motor de atracción de estudiantes extranjeros fue el Curso de Verano para Extranjeros organizado por la Facultad de Filosofía y Letras desde 1964, con un plan de estudios similar al del Curso Superior de Filología Hispánica que incluía estudios en lengua, literatura, historia, geografía, arte y pensamiento de España. El curso fue muy bien acogido y el número de estudiantes aumentó año tras año: la matrícula aumentó desde los 112 estudiantes en 1964 hasta los 1897 de 1971. Este último dato suponía una cifra igual al 30 % de los estudiantes matriculados en estudios oficiales ese mismo año.

Los estudiantes del Curso de Verano para Extranjeros provenían principalmente de Estados Unidos (entre el 30 % y el 50 %) y Francia (alrededor del 30 %).

Este, es el cuarto dedal de los dedales de la colección de Gritos, y como los anteriores fue comprado en la tienda “Gritos de Madrid“, situada en la Plaza Mayor de la ciudad de Madrid.

(Fecha de adquisición: 13/06/2015)

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