Es un dedal de porcelana, en el que podemos ver una panorámica de los lugares y monumentos más importantes de la ciudad. Se parece a algún dedal que os mostré en entradas anteriores, ya que tiene los mismos lugares y monumentos, pero se diferencia en que lleva un delfín de color azul en su lado derecho. Éste fue uno de esos dedales, que enamoran a primera vista.
En la panorámica de este dedal podemos observar el Palacio Real, el Pirulí, la Catedral de la Almudena, las Torres Kío, La Cibeles, la Plaza Mayor, la Puerta de Alcalá y el Oso y el Madroño. De prácticamente todos estos lugares y monumentos ya os hablé en entradas anteriores, así que en esta entrada vamos a recordar información de tan sólo uno de ellos: La Catedral de la Almudena.
La Santa Iglesia Catedral de santa María la Real de la Almudena es la sede episcopal de la archidiócesis de Madrid. Se trata de un edificio de 102 metros de longitud y 69 de altura, construido durante los siglos XIX y XX en una mezcla de diferentes estilos: neoclásico en el exterior, neogótico en el interior y neorrománico en la cripta. Fue consagrada por Juan Pablo II en su cuarto viaje a España, el 15 de junio de 1993, siendo de este modo la única catedral española dedicada por un papa. El templo está dedicado a la Virgen María, en su advocación de Nuestra Señora de la Almudena, patrona de la ciudad de Madrid y de la Archidiócesis de Madrid.
La catedral está ubicada en el centro histórico de la ciudad. La fachada principal se encuentra frente al Palacio Real. La fachada del crucero mira hacia la calle de Bailén, y el acceso a la cripta se realiza por la cuesta de la Vega, al final de la calle Mayor. A diferencia de la mayoría de templos cristianos, de orientación este-oeste, la catedral tiene una orientación norte-sur, fruto de su concepción como parte integrante del conjunto del Palacio Real. Está construida en piedra de Novelda (Alicante) y granito de las canteras de Colmenar Viejo (Madrid).
Quizá el elemento más llamativo al exterior de la catedral sea la cúpula, que es doble; gótica vista desde el interior, pero claramente barroca al exterior. Está recubierta con pizarra, y presenta un tambor octogonal en el que se abren cuatro grandes huecos termales y una pequeña linterna como remate. Cuenta con doce estatuas, que representan a los apóstoles: San Felipe, San Bartolomé, San Mateo, San Simón, Judas Tadeo, Santiago Alfeo, San Matías, San Bernabé, San Pedro, Santiago Apóstol, San Juan y San Andrés. Son obra del escultor Luis Sanguino.
La fachada principal, hacia la plaza de la Armería, es la situada a los pies del templo, y mira hacia la cara sur del Palacio Real. Se compone de un gran pórtico de columnata doble, siendo el piso inferior de inspiración toscana y el superior jónico. Este conjunto, de aire neoclásico, fue rematado después de la consagración de la catedral por una hornacina barroca, cobijando una imagen de la Virgen de la Almudena. Se colocaron también cuatro estatuas, obra del escultor Ramón Chaparro, que representan a cuatro santos españoles: San Isidro Labrador, Santa María de la Cabeza, Santa Teresa de Jesús y San Fernando, realizadas en piedra blanca de Colmenar Viejo.
En el balcón, una vidriera de diez metros cuadrados que representa a la Virgen de Lis. Y cuatro estatuas que representan a los cuatro evangelistas, del escultor José Luis Parés. Hay dos grandes escudos, ejecutados también por el escultor Parés. Ubicados en la parte inferior, están realizados en piedra: representan las armas plenas de la Casa Real Española y el escudo del papa que consagró la catedral, Juan Pablo II. En los extremos de la fachada, en dos hornacinas, están las estatuas de bronce de San Pedro y San Pablo, obra de Juan de Ávalos; rematando las hornacinas, dos relieves, la Entrega de las llaves a San Pedro y la Conversión de San Pablo. Las puertas son de bronce. La central tiene adornos con el tema trinitario, conmemorando el Jubileo del año 2000; una de las laterales hace referencia a la monarquía de España, con efigies de los reyes de la Reconquista; la otra, está dedicada a Hispanoamérica. Son obra del escultor Sanguino.
De las dos torres de esta fachada, a la de la derecha se la conoce como “Mariana” o “De los gallegos”, ya que las campanas fueron donadas por gallegos y cada una de ellas tiene una advocación mariana castiza: Santa María la Real de la Almudena; Santa María de la Paloma; Santa María de Atocha y Santa María de la Flor de Lis. En la torre de la izquierda, que da a la calle Bailén, está el carillón, fabricado en Saldaña (Palencia), al igual que las campanas Benedicta, Ancilla Domini, Magnificat y Gratia Plena.
La fachada de Bailén es la que se utiliza diariamente para el acceso a la catedral. Corresponde a la parte oriental del crucero del templo, dando vista a la calle Bailén. En el diseño de esta fachada se advierte cierto influjo escurialense en su monumentalidad y desnudez, solo rota por las monumentales puertas de bronce. Son estas obra, asimismo, del escultor Sanguino.
La lateral de la izquierda representa el hallazgo de la Virgen de la Almudena por el rey Alfonso VI de Castilla, en el año 1085; la central, recuerda el día de la consagración de la Catedral por el papa Juan Pablo II, el 15 de junio de 1993, con imágenes de los reyes Juan Carlos I y Sofía, doña María de la Mercedes, madre del Rey, y el entonces arzobispo de Madrid, Ángel Suquía; por último, la puerta lateral derecha ilustra la procesión de la Virgen de la Almudena el 9 de Noviembre, día de su fiesta, por las calles de Madrid. En ella se ve al actual cardenal-arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco Varela, y los monumentos más emblemáticos de la ciudad. La decoración se completa con dos estatuas de San Joaquín y Santa Ana, padres de la Virgen María, colocadas en hornacinas en lo alto de la fachada; ambas obra de José Luis Parés.
Frente a esta fachada, una plaza le sirve de atrio amplio. Se conoce comúnmente como Plaza de Juan Pablo II por la estatua de más de tres metros que representa a este papa, realizada por el escultor Juan de Ávalos. La plaza está adornada, además, con cuatro fuentes y farolas de estilo fernandino. Se accede a ella por una escalera imperial y rampas laterales. Todo el conjunto está cerrado por rejas, coronadas por las estatuas en bronce de San Antonio María Claret, San Ignacio de Loyola y San Juan de Ávila, obra de la escultora Consuelo Perea.
La catedral tiene planta de cruz latina, compuesta por una nave central y dos laterales, amplio crucero de tres naves; cabecera curva con girola y cinco capillas radiales. Contrasta el exterior de la catedral, de estilo ecléctico en el que predominan las líneas neoclásicas y barrocas, con el interior, que sigue los patrones del estilo neogótico, incluyendo vidrieras polícromas y triforio. Gran parte del mobiliario litúrgico sigue también este estilo. La mesa del altar mayor es de mármol verde, y se encuentra en el centro del crucero. A la derecha del mismo se encuentra la cátedra episcopal, de líneas gotizantes, tallada en nogal en 1885. Detrás del altar mayor, preside el presbiterio una escultura de Cristo crucificado, de estilo Barroco, obra del insigne imaginero cordobés Juan de Mesa (1583-1627), realizada en 1620 y que al igual que la sillería del coro, procede de la Colegiata de San Isidro, para la que fue encargado por el Colegio Imperial. Se trata de una obra clave del barroco escultórico español, a pesar de que tuvo que ser restaurada tras algunos destrozos sufridos durante la Guerra Civil española.
La Virgen de la Almudena, patrona de la ciudad, tiene su altar en el crucero de la nave derecha, frente a la entrada por la calle de Bailén. Es un altar elevado, al que se accede por dos escaleras laterales con barandilla de bronce. La escultura original, representando a la Virgen con el Niño en sus brazos, es una imagen de madera tallada y policromada, de estilo gótico; está colocada en la hornacina central de un valioso retablo, realizado por Juan de Borgoña a finales del siglo XV. Lo forman dieciocho tablas representando escenas de la vida de Jesús y María. La imagen de la Virgen se halla elevada sobre un trono de plata del siglo XVII, con ciriales y resplandores del mismo material.
Bajo el arco rebajado formado por las escaleras, se halla la sepultura de la reina María de las Mercedes, esposa de Alfonso XII, fallecida en 1878. Sus restos fueron trasladados aquí en el año 2000, cumpliendo la voluntad de la soberana de ser enterrada a los pies de la Virgen, de la que era muy devota. En el espacio del crucero se puede contemplar también una excelente escultura representando la Caída de Jesús con la Cruz, conocida como Cristo de la Misericordia. Es una talla de vestir, barroca, de intenso realismo y veraz policromía, atribuida a Juan Martínez Montañés.
Al comienzo de la girola, se encuentra la Capilla del Santísimo, decorada con tapices y reservada a la adoración eucarística, que centra la atención de la capilla con un moderno sagrario-ostensorio. También recibe culto en esta capilla la talla de la Virgen del Monte, escultura medieval, gótica, del siglo XIII.
En la intersección con el crucero, cerca de aquélla, se expone un gran cuadro, que presidió durante algún tiempo el altar mayor de la catedral, representando Los preparativos para la Crucifixión. Procede del desaparecido convento madrileño de los Capuchinos de la Paciencia, y es obra de Francisco Ricci (1651), siendo notables la atmósfera recargada, movida y tensa que describe el pintor, y la agilidad de la pincelada. Se trata, sin duda, de una obra clave del Barroco decorativo español y una de las obras señeras de cuantas guarda el templo. A los pies de este lienzo, un excelente Cristo Yacente de Juan de Ávalos, de anatomía muy realista. En el brazo del crucero opuesto, se puede contemplar un retablo de tablas pintadas de estilo Gótico, obra de un taller castellano de los siglos XV-XVI.
La capilla central de la girola está dedicada a San Isidro Labrador y su esposa, Santa María de la Cabeza, cuyas imágenes, tallas policromadas barrocas, atribuidas a Juan Villabrille y Ron (siglos XVII-XVIII), flanquean el arca funeraria, del siglo XIII, que durante un tiempo contuvo los restos incorruptos del santo (custodiados en la actualidad en la Colegiata de San Isidro). El arca es una obra singular de arte medieval, con diversas escenas pintadas representando pasajes de la vida del santo.
Las capillas laterales de la nave central están dedicadas a santos contemporáneos: San Jose María Escrivá de Balaguer, decorada con relieves y escultura de Venancio Blanco; Santa María Micaela del Santísimo Sacramento; beata Mariana de Jesús, mercedaria nacida en Madrid; Santa Maravillas de Jesús, madrileña, carmelita descalza; Santa Ángela de la Cruz; San Vicente de Paúl y Santa Luisa de Marillac; San Pedro Poveda; Santa María Soledad Torres Acosta y Santa María Josefa del Corazón de Jesús. Todas ellas se organizan y decoran con imágenes y mobiliario de estilo contemporáneo.
La cubierta de la nave principal, a diferencia de las laterales que siguen los esquemas góticos (bóveda de crucería simple), se resuelve mediante una ingeniosa solución de hormigón alveolado, lo que permitió reducir costes y trabajo. La decoración pictórica de esta estructura es de carácter geométrico, obra del pintor José Luis Galicia, dentro de un estilo que recuerda los tradicionales artesonados mudéjares, sobre todo en la profusa utilización del pan de oro y gamas de colores contrastantes. La cúpula, pintada por el mismo artista, tiene como motivo los cuatro elementos (tierra, mar, fuego y aire) en sus cuatro vértices, que sostienen a la bóveda celeste.
El órgano de la catedral, situado en el coro alto, a los pies del templo, fue construido por el organero Gerhard Grenzing, y constituye una pieza excepcional. Consta de cuatro teclados, más un teclado de pedal, y tiene acoplamientos mecánicos y eléctricos: el teclado de las caderetas exteriores cuenta con dieciséis líneas de tubos, el mayor tiene once líneas; veintiuna líneas de tubos son para el teclado expresivo, nueve para la trompetería y el pedal suma trece líneas más.
El 28 de abril de 2004, el cardenal Rouco Varela, arzobispo de Madrid, bendijo las pinturas y vidrieras que decoran el ábside de la catedral. El conjunto ha sido controvertido, dudándose del gusto estético y la originalidad y pertinencia del mismo.
Los murales representan (de izquierda a derecha): El Bautismo, La Transfiguración, La Crucifixión, Cristo Pantocrátor, La Resurrección, La Ascensión y La venida del Espíritu Santo en Pentecostés. En el centro de la composición, presidiendo toda la catedral, la imagen del Pantocrátor, representado como Jesús en su Segunda Venida. En el libro abierto que sostiene el Pantocrátor está escrito: “Amad a vuestros enemigos. ¡Vengo pronto!”. Estas pinturas recuerdan en su estilo general a los tradicionales iconos de las iglesias ortodoxas, apreciándose un matiz contemporáneo en los detalles.
Sobre las pinturas, hay dispuestas siete vidrieras dedicadas a la Palabra o Verbo de Dios, con su nombre en diferentes idiomas: latín (Verbum), griego (Logos), hebreo (Dabar), siríaco (Melaj), ruso (Slovo) y español (Palabra). En el centro, el nombre de María. Las vidrieras, no siendo figurativas, crean un equilibrio entre las figuras pintadas, el cromatismo de las vidrieras y el del techo, y todo ello enmarcado en una arquitectura neogótica, en una síntesis entre tradición y modernidad.