Se denominan gallegos (en gallego: galegos) a los habitantes de Galicia, a los naturales de dicho territorio y, en sentido general, a sus descendientes. Al conjunto se le conoce como «pueblo gallego», en un concepto amplio del término. Desde el punto de vista antropológico, diversos estudios genéticos demuestran su origen centroeuropeo, menos influenciado por los pueblos mediterráneos que otras poblaciones ibéricas debido al aislamiento histórico de sus habitantes, fruto de su ubicación geográfica.
Es común encontrar descendientes de gallegos fuera de Galicia, en particular, en muchos países de América tales como Perú, Argentina, Chile, Venezuela, Brasil, Uruguay y Cuba entre otros. Históricamente, la emigración del pueblo gallego se ha debido a factores políticos, económicos y sociales. A raíz de la diáspora gallega del siglo XIX, se estima que actualmente hay 10 millones de personas de ascendencia gallega, dispersas gran parte de ellas, en Europa y América, aglutinados miles de ellos alrededor de decenas de Centros Galegos (sociedades de reunión, muchas de ellas fundadas a finales del siglo XIX). El mayor grupo de personas de ascendencia gallega reside en Argentina, con más de 100.000 gallegos, siendo conocida por los gallegos como la quinta provincia.
La denominación “gallegos” (galegos en idioma gallego) deriva de la palabra latina Gallaeci o Callaeci (galaicos). Los galaicos (en latín: Gallaeci, en griego: Καλλαϊκοί) fueron el pueblo más numeroso del noroeste de la península ibérica ya antes de su integración al Imperio Romano en el siglo I a.C, si bien que algunos autores consideran que en origen, el término “galaico” era empleado para denominar a una pequeña tribu al norte del río Duero, sea cómo fuere, este nombre acabó por denominar a todo un grupo de etnia celta culturalmente homogéneo, situado entre el mar Cantábrico y el río Duero.
La primera referencia histórica de los galaicos, se remonta al año 136 a.C, cuando el general romano Décimo Junio Bruto regresa a Roma -después de su victoriosa campaña bélica contra dos pueblos previamente desconocidos, lusitanos y galaicos- recibiendo del propio Senado romano el título de Gallaecus o “galaico” en honor a la dura expedición militar contra estos. Tras estos primeros contactos, el mundo greco-latino va a consolidar esta denominación, tal y como hicieron Estrabón, Plinio y Apiano entre otros. Será este nombre Gallaecus el que irá evolucionando durante más de 13 siglos, y que la acabará por adoptar la forma “gallego”.
Más controvertido es no obstante, el significado originario del término Gallaicus (galaico). El primer autor que teorizó sobre esto fue Isidoro de Sevilla quien en el siglo VII, explicaba que el nombre “galaico” aludía a la piel blanca como la leche que tenían sus habitantes, de manera similar a los habitantes de la Galia. Serán muchos autores posteriores los que intenten buscar el significado de este nombre, tales como Alfonso X el Sabio, Ramón Barros Sivelo o Manuel Murguía, si bien hoy se tiende a relacionar con étimos de las lenguas celtas, e indoeuropeas en general, el significado exacto de la palabra es a día de hoy, desconocido.
(17/01/2015)
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