Ahora voy a centrar la entrada en la Puerta de Alcalá, ya que ya os he hablado en otras entradas sobre todos estos monumentos, así que… vamos a recordar alguna información sobre esta.
La ciudad de Madrid contó, ya desde su origen, con numerosas puertas y portillos de acceso a la ciudad a través de su muralla. En la edad media el castro defensivo situado en la posición del antiguo Alcázar hizo que se construyera una muralla defensiva a su alrededor. Esta muralla poseía una serie de salidas o puertas notables por las que transitaba la población constreñida a los límites de la muralla. Las murallas y las puertas tenían un carácter de control fiscal de mercancías, al mismo tiempo que defensivas. Dependiendo de la historia las puertas y murallas podrían tener unas características u otras. A medida que la ciudad fue creciendo en tamaño, la muralla fue re-construyéndose con un radio creciente se llegó a la denominada muralla cristiana que marcaba unos nuevos límites. Con la llegada de Felipe II en 1561 y la instauración de la Corte en la ciudad, la villa experimenta un crecimiento demográfico sin precedentes. Esta situación hizo que incrementara nuevamente la población de forma extraordinaria, y con ello, la nueva cerca construida tendría nuevamente un perímetro mayor. Este perímetro dará lugar a un nuevo número de puertas y portillos.
La puertas proliferaban en el siglo XVII, y entre ellas se encontraba la de Alcalá. Las salidas de Madrid estaban flanqueadas por cinco puertas reales o de registro (es decir aquellas en las que se pagaban los impuestos): la de Segovia (denominada también del Puente de Segovia), Guadalajara, Toledo, Atocha, la de Alcalá y Bilbao (o de los Pozos de la Nieve), y catorce portillos de menor importancia o de segundo orden a (abiertos en distintas fechas): Vega, Vistillas, Gilimón, el Campillo del Mundo Nuevo, Embajadores, Valencia, Campanilla, Recoletos, Santa Bárbara, Maravillas, Santo Domingo (o Fuencarral ), Conde Duque, San Bernardino (o de San Joaquín) y San Vicente.
La puertas principales permanecían abiertas hasta las diez de la noche en la época invernal, y en el estío una hora más debido a la mayor longitud del día. Tras este horario, y sólo en caso necesario, un retén permitía el paso. El oficio de vigilancia lo hacían portazgueros. Sin embargo los portillos se abrían a las primeras horas del día y se cerraban con la puesta del sol, permaneciendo bajo cierre toda la noche. Entre todas esas puertas principales, la de Alcalá, era una de las más importantes antes de la llegada de Carlos III. La dignificación de los accesos a la Villa era un claro objetivo en la mejora del urbanismo de la ciudad, y este objetivo incidía directamente contra este acceso y su conversión a monumento. La existencia desde finales del siglo XVI tenía entre sus muchas funciones la de ofrecer una cañada real (la Cañada Real Galiana), por la Puerta pasaban los rebaños de ovejas trashumantes. Todavía existen sendos mojones a ambos lados de la calle que indican su categoría de vía pecuaria.
Las primitivas puertas de Alcalá. La Puerta de Alcalá es en la actualidad uno de los referentes monumentales más relevantes de la ciudad de Madrid, aunque la imagen presente debe imaginarse como el colofón de un proceso evolutivo iniciado a finales del siglo XVI. Durante el siglo XVII tuvo dicha entrada dos estructuras arquitectónicas diferentes antes de lograr ser un monumento a finales del XVIII. Su relevancia como entrada triunfal, proporcionando excelencia al rito de entrada a la ciudad del soberano, fue adquiriendo poco a poco importancia. Desde la Puerta enfilando la calle de Alcalá se accedía a la Puerta del Sol, y desde allí mediante la calle Mayor al Alcázar.
Durante la pandemia de peste que ocurrió en Madrid en 1580 ya se hace mención de la Puerta como un punto de cierre a la población. Se encuentra en una posición mucho más avanzada que la actual, en el cruce de la calle Barquillo con Alcalá. A esta Puerta se le denomina “Puerta de la Peste de la calle de Alcalá“. Una década posterior se vuelve a adelantar su posición para que el 24 de octubre de 1599 se produzca la celebración de la entrada en la ciudad de la mujer de Felipe III: Margarita de Austria casada en Valencia. La calle de Alcalá estaba siendo ya utilizada como entrada ceremonial alternativa a la de la Carrera de San Jerónimo. Este evento, y la decoración de la ciudad a lo largo de su paso de la comitiva, fue la que motivó la construcción de la fábrica primitiva: es decir, de una puerta de entrada y del adoquinado de la calle de Alcalá. Este primer itinerario de entrada a Madrid desde la Puerta de Alcalá definió el itinerario posterior de otras entradas de la realeza a la corte y villa, quedando establecido el camino desde Alcalá de Henares y el Alcázar.
La disposición arquitectónica y ornamental de este primer arco fue obra de Patricio Cajés, responsable de las arquitecturas efímeras en las celebraciones reales. Se ubicaba algo más al oeste que la actual, a la altura del cruce de Alcalá con la calle de Alfonso XI. La Puerta poseía una estructura repartida en tres partes, se componía de un arco central y dos vanos laterales. Toda la puerta fue erigida en ladrillo, a excepción de los pedestales y pilastras empleados para la articulación vertical de la fábrica para los que se empleó piedra. Diego Sillero aceptó trabajar en dicha obra para dar el revoco de mármol. La cara exterior de la Puerta estaba más decorada, mientras que la interior era “llana y no más” (en palabras de Diego Sillero). La decoración escultórica fue realizada por Juan de Porres y de Alonso López Maldonado. Estos motivos primitivos se hicieron en yeso, y debido a su exposición a la intemperie al poco tiempo mostraron evidentes signos de deterioro. La decoración consistía las armas reales y de la Villa, con dos figuras representando a Manto y a su hijo Ocno, ambos fundadores de la ciudad según la mitología: “Mantua Carpetana”. La entrada posterior, ya en 1615 de Isabel de Borbón en Madrid generó nuevos planes de remodelación del arco y de sus imágenes. En 1624 se procede al retiro definitivo de las imágenes alegóricas, principalmente debido al inminente riesgo de desplome que presentaban.
En el año 1636 se derriba parte de la Puerta y vino a reemplazar al tripartito arco una estructura de ladrillo de un solo vano. Las figuras alegóricas existentes anteriormente fueron sustituidas por otras estatuas en piedra de Nuestra Señora de las Mercedes. Sobre los arcos laterales había sendas estatuas de San Pedro Nolasco y de la beata Mariana de Jesús. La apariencia de esta segunda puerta fue más sencilla que la anterior. Estos cambios arquitectónicos en la Puerta se enmarcaban en las remodelaciones realizadas sobre el Palacio del Buen Retiro. Tras la construcción del palacio, la fachada del Real Sitio que era adyacente al camino de Alcalá quedó literalmente pegada a uno de los extremos de la puerta, mientras que el otro en el comienzo del prado de Recoletos había quedado prácticamente encajado en los muros del pósito establecido desde 1667 en los terrenos inmediatos. El Arquitecto Mayor de la villa Teodoro de Ardemans fue el encargado de remodelar el espacio circundante, proyecto que quedó concluido hacia 1692. A pesar de estas remodelaciones cabe pensar que era relativamente sencillo construir y derribar la puerta, siguiendo los cánones que impusiera la moda urbanística de la época. En un cuadro de Antonio Joli que muestra una panorámica de la Calle de Alcalá en 1750 se puede ver una de estas puertas de Alcalá. La posición que muestra este cuadro es confirmada por el mapa que realiza Nicolás Chalmandrier en 1761.
La vieja puerta fue derribada en 1770 al ampliarse la calle de Alcalá, denominado entonces como “camino Real de Aragón y Cataluña“, con terrenos tomados a lo que actualmente es el Parque del Retiro, pertenecientes al Palacio del Buen Retiro. Esta puerta, que servía de acceso a la ciudad por el camino real de Aragón y Cataluña, era una de las cinco principales con las que contaba la tapia que rodeaba la villa, junto con las de Toledo, Segovia, Bilbao y Atocha.
La plaza de toros de la Puerta de Alcalá. En 1754 Fernando VI, a través de la Junta de Hospitales de la capital, inauguró la plaza de toros de la Puerta de Alcalá, instalada frente a los Jardines del Buen Retiro y que permanecería activa hasta su clausura el 19 de abril de 1874, fecha en que le dio la alternativa a una nueva plaza construida junto a la carretera de Aragón, en el enclave madrileño conocido mucho más tarde como zona de Goya. Tuvo un aforo inicial para 12.000 espectadores y su emplazamiento se corresponde con el espacio que a comienzos del siglo XXI delimitan las calles Claudio Coello y Conde de Aranda. Su demolición y desaparición fue provocada por el proyectado “Plan Castro”, conocido más tarde como barrio de Salamanca, debido a la implicación en dicho negocio urbanístico del marqués de Salamanca. Aquella plaza de toros de la Puerta de Alcalá sería durante 120 años la plaza de toros de la villa de Madrid, entre 1754 y 1874. Fue sustituida por la plaza de toros de la Fuente del Berro, instalación que a su vez sería relevada por la Monumental de las Ventas en 1934.
Decisión de una puerta monumental: Carlos III. Antes de que aconteciera la entrada de Carlos III (hijo de Felipe V) en Madrid, procedente de Nápoles en la corte madrileña para suceder en el trono a su hermano, el fallecido Fernando VI. Desembarcando en Barcelona, desde allí realizó su primer viaje a la Villa. Ya desde los inicios parecían existir tres diseños posibles de la Nueva Puerta: el del ingeniero militar José de Hermosilla y autor de las trazas del Paseo del Prado, el del arquitecto Ventura Rodríguez, y finalmente dos propuestas de diseño de Francisco Sabatini. Tras su entrada en Madrid, el 9 de diciembre de 1769, a través de la antigua Puerta, que no era de su agrado, Carlos III decidió derribarla y construir una nueva, proyecto que se inscribía dentro de sus planes de mejora de la ciudad. Se convirtió en la entrada principal de la villa y en uno de los monumentos más representativos de su reinado, eje de las reformas que llevó a cabo en toda la zona este de la ciudad: Jardín Botánico, Paseo del Prado, fuentes de Cibeles y Neptuno, entre otras.
El arquitecto Ventura Rodríguez presentó a concurso cinco proyectos numerados y datados el 16 de mayo de 1769, todos ellos fueron evaluados por Carlos III en apenas un par de días. Los tres diseños de Sabatini de estilo neoclásico eran del mismo tamaño y poseían cerca de setenta pies de altura. El proyecto original ofrecía dos acabados distintos, uno con pilastras y otro con columnas adosadas.
Finalmente se fundieron los dos en uno solo y por eso las fachadas son distintas. El diseño poseía influencias de la Fuente dell´Acqua Paola y de la portada del Palacio Barberini de Roma y la originalidad de ser el primer arco de triunfo moderno erigido en Europa tras la caída del Imperio romano. El 18 de mayo de 1769, Carlos III decide que el proyecto de Sabatini es el que se llevará a cabo.
La construcción de la Nueva Puerta de Alcalá. Tras la elección por parte de Carlos III del diseño combinado de la Puerta, pocos días después (el 27 de mayo de 1769) se inicia la contratación de las obras y servicios para la que será la “Nueva Puerta de Alcalá“. Aparecen en diversas partes notables y de gran tráfico en la ciudad de Madrid. Las bases que impuso Sabatini eran muy meticulosas y llegaban a precisiones como el tipo de material empleado, procedente de canteras y de calidades requeridas. Se requirió ladrillo de la rivera, la piedra blanca procedente de Colmenar de Oreja (prefería aquella piedra procedente de Nava Redonda, desechando toda aquella que procediese de Mingo Rubio). El día 6 de junio se cerró la contratación en la Casa de la Villa. De las seis ofertas presentadas Sabatini se inclinó por la ofrecida por Francisco de la Fuente. A pesar de ello Sabatini exigió una rebaja en los costes que acabó en desacuerdo. Finalmente la obra recayó sobre Santiago Feijoó y Cia, que fue capaz de hacer una rebaja de un ocho por ciento. Para el comienzo de la obra el Ayuntamiento de Madrid adelantó dinero, hipotecando el arbitrio de tabernas. No existe constancia de que ese dinero le haya sido devuelto con posterioridad. Las obras comenzaron a comienzos de 1770. Al principio de las obras de construcción, justo cuando afloraban los machones de la Nueva Puerta de Alcalá existieron quejas, por observar que la nueva puerta afeaba al Real Pósito que se encontraba en las cercanías.
El superintendente de la obra era Alonso Pérez Delgado, Corregidor de la Villa al comienzo de las obras. El arco se decide construir en un lugar elevado, más arriba que las precedentes puertas de Alcalá. En aquella época era el límite exterior de Madrid, adosada desde sus comienzos a la cerca que rodeaba la ciudad. Habían pasado siete años desde el comienzo de las obras para la construcción de la Puerta de Alcalá cuando el mismo Sabatini dirige quejas ante el nuevo Corregidor de la Villa debido a la lentitud de las mismas. José Antonio Armona, Corregidor de la Villa, convoca a los constructores para que se comprometieran a su finalización en el plazo de un año. Se inauguró la Puerta en 1778 como auténtica puerta y acceso de Madrid, ya que a ambos lados de ella seguía existiendo la cerca que delimitaba la ciudad por el este y que seguiría en pie hasta 1869, año en que se remodeló la plaza. Algunos viajeros extranjeros, procedentes de Europa, la describen en sus libros de viajes.
Primeros Usos: siglo XIX. Tan pronto se acabó la construcción la Puerta comenzó a ejercer su posición monumental en la ciudad. Sirviendo de paso y entrada triunfal, siendo decoro de fiestas y centro de diversas comitivas y festividades. En el año 1823, la Puerta de Alcalá recibió el impacto de varios proyectiles durante la intervención de los Cien Mil Hijos de San Luis en apoyo de Fernando VII. Los efectos aún pueden contemplarse en su fachada exterior. En esta refriega pierde un ojo, Bretón de los Herreros, al enfrentarse a las tropas de avanzadilla lideradas por el Mariscal Bessières. De esta lucha el duque de Frías escribe un poema:
La ancha puerta que regia y ostentosaEl 30 de julio de 1854, el duque de Vistahermosa atravesó la Puerta de Alcalá proveniente de Vicálvaro, donde había sido derrotado. Venía blandiendo como trofeo una lanza del enemigo, por lo que desde entonces fue apodado por los madrileños “Longinos”, como el soldado romano del cual se dice que atravesó con su lanza el costado de Cristo. Poco a poco comienza a aparecer un nueva forma de transporte que en forma de omnibuses y de medios de transporte privados comienza a colapsar su tráfico tras la apertura al público de los jardines del Buen Retiro en 1876. Este nuevo fenómeno de congestión hizo que se comenzara a remodelar la zona para que fuese adecuada a la nueva forma de transporte.
al vasto circo matritense guía,
forzada por gente sediciosa
fácil entrada al agresor cedía, (…)
La Puerta de Alcalá se moderniza, y se diseña un entorno más adecuado en forma de Plaza a su alrededor. Uno de sus primeros diseñadores de este espacio el urbanista Ángel Fernández de los Ríos que durante la época “Gloriosa” accede al cargo de Concejal en la Presidencia de Obras. Decide la denominación: Plaza de la Independencia en honor a la independencia española y concretamente a los defensores de Zaragoza. Pretende descongestionar el creciente tráfico de vehículos en la Puerta del Sol creando diversos centros en Aragón. Para ello, Fernández de los Ríos decide hacer que salgan radialmente ocho calles de la nueva Plaza y las denomina: Sagunto, Numancia, Covadonga, Granada, Padilla, Bravo, Maldonado y Lanuza. En 1866 en las cercanías de la plaza se sentencia a muerte a los sublevados del Cuartel de San Gil, que acaban fusilados en las paredes de la vecina Plaza de Toros. La Puerta se engalana en las grandes ocasiones, y en algunas de ellas exhibe juegos de luces como en el que se hizo en un recibimiento a Alfonso XII.
En 1872 el Ayuntamiento de Madrid decide realizar la transformación propuesta e inicia su construcción junto con el barrio de Salamanca gracias a la intervención del Marqués de Salamanca.
Las intervenciones realizadas sobre la plaza posteriormente a mediados del siglo XX (debidas a los arquitectos: Secundino Zuazo y Pascual Bravo) dejaron el entorno inalterable desde mediados del siglo XIX hasta la actualidad. La plaza de toros que había en sus inmediaciones se clausura el 19 de abril de 1874 y se abre una nueva en el solar que ocupa en la actualidad el Palacio de Deportes, inaugurándose el 4 de septiembre de 1874 hasta su cierre posterior en 1934, Plaza que se acaba trasladando a Las Ventas. En el año 1886, a escasos quinientos metros de la Puerta de Alcalá, se inaugura una estatua ecuestre de Baldomero Espartero.
Época moderna: Siglo XX. Desde la Puerta de Alcalá apenas se contemplan los derribos para la construcción de la Gran Vía. El aumento de tráfico vial se empieza a sentir en toda la ciudad. El cinco de enero de 1920 una comitiva funeraria despide en la Puerta el féretro de Benito Pérez Galdós, unos 20.000 madrileños acompañaron su ataúd hacia el cementerio de la Almudena. Tras una semana de diversos atentados anarquistas en Barcelona, el 8 de marzo de 1921, junto a la Puerta de Alcalá, el Presidente del Consejo de Ministros y Alcalde de Madrid, Eduardo Dato, fue tiroteado desde una motocicleta con sidecar cuando viajaba en su coche después de salir del Senado en dirección a su vivienda en la calle Lagasca. El atentado ocurre entre las calles de Olózaga y Serrano. El Presidente Dato recibió dos impactos de bala directos en el cráneo, ambos mortales de necesidad y el resto hirió levemente al conductor, así como al Sargento de Ingenieros Manuel Ros y a un ayudante: Juan Jose Fernández Pascual. Era esta toda la escolta que llevaba Dato. Los asesinos huyeron por la calle de Serrano. El ayuntamiento años después, mientras se construía el tercer tramo de la Gran Vía le dedicó su nombre cuando comenzaron en 1925 y finalizaron en 1931. El incremento de tráfico rodado en la zona los gases empiezan a afectar la Puerta degradando sus piedras.
En la Guerra Civil, Madrid fue leal a la República e hizo que la Puerta sufriera los efectos de la retaguardia en la denominada defensa de Madrid. La Puerta era un espacio ideal para la propaganda, es por esta razón por la que colgaron carteles con los retratos de diversos líderes de la Unión Soviética. Durante la defensa de Madrid y con motivo del 20 aniversario de la revolución de octubre la Puerta de Alcalá fue engalanada, con el consentimiento de las autoridades municipales republicanas, por la Asociación de Amigos de la Unión Soviética con retratos de los líderes soviéticos Litvinov, Stallin y Voroshilov (en los tres arcos de medio punto), el escudo de la Unión Soviética (por encima de la inscripción Real de Carlos III y ocultando la misma) y un letrero con la leyenda “Viva la U.R.S.S.”. Tras la Guerra Civil sirvió como altar de misas para la celebración de la “liberación de Madrid“.
Al final de la Guerra Civil (8 y 9 de marzo de 1939) la Plaza de la Independencia fue un casual campo de batalla debido a los enfrentamientos del golpe del coronel Casado con tropas comunistas que avanzaban por la calle de Alcalá hacia el Ministerio de Hacienda. Los comunistas llegarían a tomar por algunas horas el Palacio de Comunicaciones, mientras que los casadistas resistían en el Ministerio de la Marina, Ministerio de la Guerra y Banco de España. Ya a comienzos del año 1976 se le declara un Monumento Histórico-Artístico de carácter nacional. Durante las fiestas de Navidad, el Ayuntamiento de la ciudad instala un belén bajo el arco central. En 1968 se diseña y construye en los alrededores un rascacielos denominado Torre de Valencia que genera gran polémica por estar demasiado presente en la perspectiva que se tiene desde la Plaza de Cibeles hacia la Puerta de Alcalá.
En plena movida madrileña de los años ochenta, los componentes del grupo musical Suburbano: Bernardo Fuster y Luis Mendo, junto a Francisco Villar compusieron una canción llamada La Puerta de Alcalá en la que narran la historia del monumento. Grabada en 1986 por los cantantes Víctor Manuel y Ana Belén dentro de su disco “Para la ternura siempre hay tiempo”. Esta canción se convirtió en un gran éxito popular.
En el año 1993 la Puerta fue sometida a la restauración más importante de su historia. Durante el tiempo que duraron las obras, estuvo tapada por una lona con dibujos del humorista gráfico Antonio Mingote en los que aparecían diversas escenas madrileñas. El dibujo original puede contemplarse actualmente en el Museo de la Ciudad.
Actualidad. La Puerta de Alcalá forma parte de los recorridos turísticos típicos de la ciudad, por encontrarse de camino entre la Cibeles y el Retiro. En 2001, dentro de un proyecto de la UNESCO de donación de libros para Centroamérica, la Puerta se cubrió con 45.000 ejemplares siguiendo un proyecto ideado por la artista Luz Diarriba. En 2004, con motivo de la boda del príncipe Felipe, la Puerta tuvo durante varias días, como otros monumentos de la ciudad, una iluminación especial realizada por el interiorista Pascual Ortega. En 2006, durante la celebración de “La Noche en Blanco”, el artista Daniel Canogar la utilizó como fondo para la proyección de una instalación en la que cientos de personas parecían deslizarse sobre su fachada. En el verano de 2006 la plaza de la Independencia fue sometida a unas obras de mejora para transformarse en glorieta. Con este motivo, se clausuró el paso subterráneo de peatones que cruzaba la calle Alcalá y se sustituyó por un paso en superficie, desde el que, desde entonces, los paseantes tienen un mejor acceso a la puerta.
Se empleó la Puerta como telón de fondo para que el 6 y 7 de noviembre de 2010 se celebraran conciertos pertenecientes a la EMA (Europe Music Awards), organizada por la cadena musical MTV siendo está la primera vez en celebrarse en Madrid con Eva Longoria como presentadora del evento. Más tarde los premios se dieron en La Caja Mágica.
En agosto de 2011 la Puerta de Alcalá fue el escenario del acto de bienvenida al Papa Benedicto XVI con motivo de la XXVI Jornada Mundial de la Juventud Madrid 2011. El Papa atravesó la Puerta acompañado de jóvenes de los cinco continentes.
(Fecha de adquisición: 13/02/2015)
No hay comentarios:
Publicar un comentario