viernes, 22 de enero de 2016

241. Dedal SANTIAGO DE COMPOSTELA // SANTIAGO DE COMPOSTELA´s Thimble

Dedal Santiago Apóstol.
En la entrada del día de hoy os quiero enseñar otro de los dedales de la ciudad de Santiago de Compostela que tengo en mi colección. Este dedal lo compré en una de mis recientes visitas a la ciudad el pasado mes de Octubre.

Este es un dedal de porcelana, en que no observamos un monumento típico de la ciudad, sino más bien una imagen de su santo patrono, al cual está dedicada su Catedral, este es el Apóstol Santiago.
A continuación, os dejo información sobre este Apóstol.

Santiago de Zebedeo o Jacobo de Zebedeo (en griego antiguo: Ἰάκωβος Ya’akov), conocido en la tradición cristiana como Santiago el Mayor para distinguirlo del otro discípulo homónimo, fue uno de los Doce Apóstoles. Nació probablemente en Betsaida (Galilea). Fue hijo de Zebedeo y Salomé, y hermano de Juan el Apóstol. Murió a manos de Herodes Agripa I en Jerusalén entre los años 41 y 44 de nuestra era. Es el patrono de España.

Era hijo de Zebedeo (cf. Mateo 4:21), y tenía un hermano llamado Juan, que sería también discípulo de Jesús (cf. ibid). Probablemente también su madre seguía a Jesús (cf. Mateo 20:20). Su maestro Jesús les puso el sobrenombre de “Boanerges” (Marcos 3:17), que, según el mismo evangelista afirma, quería decir “hijos del trueno”; el episodio narrado por Lucas en que Santiago y su hermano Juan desean invocar a Dios para que consuma a fuego una ciudad de samaritanos (Lucas 9:54) hace honor a este nombre. Fue uno de los primeros que recibieron la llamada de Jesucristo, cuando estaba pescando en el lago de Genesaret junto a su hermano (Marcos 1:19). Más tarde será llamado a formar parte del más restringido grupo de los Doce (cf. Mateo 10:3). Junto con su hermano Juan y con Simón Pedro, tiene un trato privilegiado con Jesús: es testigo presencial de la resurrección de la hija de Jairo (Marcos 5:21-43), de la transfiguración de Jesús (Lucas 9) y de la oración en el Huerto de los Olivos (Marcos 14:33). También formó parte del grupo restringido de discípulos que fueron testigos del último signo realizado por Jesús ya resucitado: su aparición a orillas del lago de Tiberíades y la pesca milagrosa (Juan 21:1-8). Los Hechos de los Apóstoles registra su presencia en el Cenáculo en espera orante de la venida del Espíritu Santo (Hechos 1:13). Santiago es condenado a muerte y decapitado por orden del Rey de Judea Herodes Agripa I (Hechos 12:2). Por este dato podemos poner la fecha de muerte de Santiago entre los años 41 y 44, pues fueron los años en que Agripa I fue rey de Judea.

Según una tradición medieval, tras el Pentecostés (hacia 33 d. C.), cuando los apóstoles son enviados a la predicación, Santiago habría cruzado el mar Mediterráneo y desembarcado para predicar el Evangelio en la Hispania (actuales España y Portugal). Según unos relatos, su prédica habría comenzado en la Gallaecia, a la que habría llegado tras pasar las Columnas de Hércules. Según el escritor gaditano Fray Gerónimo de la Concepción, Santiago fue quien consagró el Templo de Hércules a San Pedro (Sancti Petri). Siguió bordeando la Bética y la deshabitada costa de Portugal; otras tradiciones afirman su llegada a Tarraco y su viaje por el valle del Ebro, hasta entroncar con la vía romana que recorría las estribaciones de la Cordillera Cantábrica y terminaba en la actual La Coruña. Una tercera versión postula su llegada a Carthago Nova (actual Cartagena, por el barrio de Santa Lucía), de donde partiría hacia el norte. Esta tradición hace de Santiago el santo patrón protector de España.

En cualquier caso, la tradición de la evangelización por el Apóstol Santiago indica que este hizo algunos discípulos, y siete de ellos fueron los que continuaron la tarea evangelizadora una vez que Santiago regresó a Jerusalén. Para ello fueron a Roma y fueron ordenados obispos por San Pedro.

Son los siete Varones apostólicos. La tradición de los Varones Apostólicos los sitúa junto a Santiago en Zaragoza cuando la Virgen María se apareció en un pilar.

De acuerdo a la tradición cristiana, hacia el año 40 la Virgen María se apareció a Santiago el Mayor en Caesaraugusta. María llegó a Zaragoza “en carne mortal” —mucho antes de su asunción— y como testimonio de su visita habría dejado una columna de jaspe conocida popularmente como “el Pilar“. Se cuenta que Santiago y los siete primeros convertidos de la ciudad edificaron una primitiva capilla de adobe en la vera del Ebro.

Se dice que diversas pruebas, tantos históricas como científicas, han confirmado que los restos hallados en Santiago de Compostela corresponden al apóstol Santiago, pero la falta de un análisis directo de dichos restos, permite suponer que pueden ser los restos del obispo Prisciliano, o de otra persona importante del período romano. El Santo Padre, León XIII, en 1884, en forma de Bula Papal reafirmó la pertenencia de los restos al apóstol.

La tradición que sitúa a Santiago el Mayor en Jerusalén, poco antes de su martirio, la recogen diversos apócrifos neotestamentarios (El libro de la Dormición de María, etc.), todos ellos anteriores al “descubrimiento” de la Tumba del Apóstol. Según estos relatos, cuando María ve cerca su muerte, recibe la visita de Jesucristo resucitado. Ella le pide estar rodeada por los apóstoles en el día de su muerte, pero todos ellos están dispersos por el mundo. Jesucristo le concede su deseo y permite que sea la misma María, por medio de aparición milagrosa, quien avise a sus discípulos. La aparición de María a Santiago se habría producido sobre un pilar en Caesaraugusta (actual Zaragoza), columna que se sigue venerando en la Basílica de Nuestra Señora del Pilar, en la capital aragonesa.

Santiago habría hecho todo el viaje de vuelta desde España hasta Jerusalén para encontrar a María, madre de Jesús de Nazaret (ya que ella seguía viva allí, en la capital de Judea) antes de su dormición, hallando la muerte ante Herodes Agripa en el martirio. La leyenda se cierra con que sus discípulos habrían llevado su cuerpo (conservado de alguna manera) por el mar Mediterráneo en una mítica embarcación de piedra y habrían costeado el Atlántico nuevamente hasta Galicia, donde lo habrían enterrado justamente en Iria Flavia, donde el obispo Teodomiro lo halló en el siglo IX.

Alrededor del año 813, en tiempos del Rey de Asturias Alfonso II el Casto, un ermitaño cristiano llamado Paio (Pelayo) le dijo al obispo gallego Teodomiro, de Iria Flavia (España), que había visto unas luces merodeando sobre un monte deshabitado. Hallaron una tumba donde se encontraba un cuerpo decapitado con la cabeza bajo el brazo. El rey Alfonso ordenó construir una iglesia encima del cementerio (compositum), origen de la Catedral de Santiago de Compostela (“Santo Jacob del compositum“). Otros sostienen que la palabra Compostela proviene de campus stellae: “campo de las estrellas”, debido a las luces que bailoteaban sobre el cementerio.

En el mes de mayo de 1589, Francis Drake amenazó a Compostela después de desembarcar en La Coruña. El Arzobispo, Juan de Sanclemente, acordó con el Cabildo de la Catedral ocultar cuanto de importante había en ella. Por ello, los restos fueron depositados en un escondrijo dentro del ábside de la capilla mayor, detrás del altar. Tales restos fueron encontrados a treinta metros de profundidad respecto del suelo en las excavaciones realizadas en la Catedral en 1878 y 1879 por Antonio López Ferreiro.

En tales excavaciones, se pudo encontrar, entre los restos de un mausoleo romano, una inscripción sepulcral en griego, Athanasios martyr y los restos de tres personas distintas: dos de edad media y una en el último tercio de vida, lo que llevó a identificarlos con los tradicionales Santiago y sus discípulos Atanasio y Teodoro. No obstante, el Papa León XIII nombró una Congregación extraordinaria para el estudio de estos restos. Los documentos enviados a Roma, sin embargo, no le satisficieron, enviando a Monseñor Agostino Caprara, Promotor de la Fe en el proceso, a Santiago para que examine sobre el terreno los restos y tome declaración a quienes intervinieron. Caprara, no obstante, mandó analizar primero el presunto resto de Santiago venerado en Pistoia, tarea que estuvo a cargo del Doctor Chiapelli, quien dictaminó que se trataba de una apófisis mastoidea derecha con restos de sangre coagulada, pieza que habría sido separada a consecuencia de una decapitación.

El 8 de junio de 1884 llega a Santiago, y en el examen se constata que uno de los tres cráneos carece de apófisis mastoidea derecha. La resolución de la Congregación fue publicada el 25 de julio del mismo año, festividad de Santiago. León XIII publicó el 1 de noviembre del mismo año la Bula Deus Omnipotens, donde hacía un repaso a la Historia del Santuario y llamaba a emprender nuevas peregrinaciones a Santiago.

Sin embargo, quedaba por constatar la datación cronológica de los restos, lo que llevó a mediados del siglo XX a voces críticas. Así, Claudio Sánchez Albornoz escribe:
…pese a todos los esfuerzos de la erudición de ayer y de hoy, no es posible, sin embargo, alegar en favor de la presencia de Santiago en España y de su traslado a ella, una sola noticia remota, clara y autorizada. Un silencio de más de seis siglos rodea la conjetural e inverosímil llegada del apóstol a Occidente, y de uno a ocho siglos la no menos conjetural e inverosímil traslatio. Sólo en el siglo VI surgió entre la cristiandad occidental la leyenda de la predicación de Santiago en España; pero ella no llegó a la Península hasta fines del siglo VII.
C. Sánchez Albornoz: “En los albores del culto jacobeo”, en Compostellanum 16 (1971) pp. 37-71.
Por una parte, se ha documentado arqueológicamente la existencia previa de una necrópolis dolménica y luego de un cementerio utilizado en época romana y sueva. Estos descubrimientos solo prueban que Compostela era una necrópolis precristiana, pero no soluciona nada con respecto a la tumba de Santiago, cuyos restos podrían pertenecer bien al mismo apóstol (el tráfico de reliquias comenzaba a desarrollarse en ese periodo), bien a cualquier otro mártir cristiano. Incluso algunos proponen que se trate de los restos del mismísimo Prisciliano. En 1955 se encontró, en las proximidades de la tumba, la cubierta sepulcral de Teodomiro, lo que confirma que quiso enterrarse en el lugar de su propio hallazgo.

En 1988, dos académicos de la Real Academia de la Historia avanzan en los descubrimientos: el filólogo Isidoro Millán González-Pardo halla la inscripción martyr y una referencia a Atanasio en una piedra datada a finales del s. I o principios del s. II, mientras que arqueólogo Antonio Blanco Freijeiro confirma los restos del Apóstol.

Los descubrimientos más recientes proceden de un estudio desarrollado por Enrique Alarcón, profesor de Metafísica de la Universidad de Navarra, publicado el 24 de junio de 2011, en el ámbito de la clausura de la Cátedra Camino de Santiago, sobre la base de los estudios realizados en 1988 y de reproducciones de la tumba, por no tener acceso físico a la misma, hallando la inscripción Jacob (Santiago, en hebro), con simbología propia de la estética del cementerio judeocristiano de Israel del s. I. Una de las inscripciones contiene referencias a la fiesta judía del Shavu’ot con representación de panes rituales. Esta fiesta, de la que se tiene conocimiento por el Levítico, se considera desapareció en torno al 70 d. C., con motivo de la destrucción del Templo de Jerusalén por los romanos, lo que permitiría ubicar cronológicamente la tumba. Estos datos permiten rechazar cualquier atribución de los restos a Prisciliano.

Dicho estudio continúa actualmente, pues faltan todavía las aportaciones que pueda realizar la propia Universidad de Santiago y el Cabildo de la Catedral.

La configuración actual de la cripta bajo el altar procede de las excavaciones realizadas a finales del siglo XIX. Los restos fueron depositados en una urna de plata realizada en 1886 por los orfebres Rey Martínez, dentro de un cofre de madera forrado con terciopelo rojo y con tres compartimentos, para Santiago, Atanasio y Teodoro.

En el siglo XII se redacta en Santiago de Compostela el llamado Privilegio de los Votos que atribuye al rey Ramiro I una victoria frente a los moros en Clavijo en 844, victoria obtenida gracias a una aparición de Santiago. Agradecido, el rey habría hecho el voto que todos los habitantes de España pagasen al Apóstol, o sea a su santuario, una cantidad anual. Según este mismo documento, la victoria en Clavijo puso fin a la entrega anual a los enemigos de un vergonzoso tributo de cien doncellas cristianas. La primera representación de Santiago a caballo, de principios del siglo XIII en la catedral compostelana, muestra las doncellas arrodilladas ante el caballo de Santiago.

El miles Christi medieval, imagen poco frecuente, se convierte a partir de la segunda mitad del siglo XV y a lo largo del siglo XVI en Santiago Matamoros, defensor del catolicismo frente a todos sus enemigos: los turcos, los herejes y los paganos cuyos cuerpos o cabezas ruedan entre las piernas de su caballo.

El descubrimiento de la Tumba del Apóstol supuso para el rey de Asturias una serie de beneficios: la aglutinación de sus territorios como un solo reino, bajo la especial protección del Apóstol, y la cristianización de la antigua “Vía del Finisterre“, ruta seguida tradicionalmente por muchos pueblos de religión céltica, hasta el pretendido fin del mundo. De hecho, las peregrinaciones galas hacia el noroeste de España se han probado arqueológicamente y se puede afirmar que los celtas – en el primer milenio antes de nuestra era – recorrían toda Europa para ir a estos sitios, donde celebraban sus matrimonios y otros ritos. Este camino precristiano se convierte así en el Camino de Santiago o Ruta jacobea, y Compostela en el tercer núcleo de peregrinación medieval, tras Roma y Jerusalén.

En el año 1122, el papa Calixto II instituyó y proclamó que en adelante tuvieran la consideración y privilegios de Año Santo Jacobeo todos los años en los que la fiesta litúrgica de Santiago, el 25 de julio, coincidiera con el día domingo. El próximo año jacobeo tendrá lugar en 2021.

Como Patrono de España que es, Santiago el Mayor (más conocido como Santiago Apóstol) también lo es de numerosos pueblos y ciudades que el día 25 de julio celebran en su honor fiestas tanto paganas como religiosas. Santiago de Compostela es la ciudad que mayores fiestas organiza en su honor. La catedral de la ciudad acoge esos días la mayor afluencia de peregrinos del año.

Coincidiendo con el patronazgo de España, Santiago el Mayor, también es patrono del Arma de Caballería, del Ejército de Tierra. La frase final del Himno de esta arma, es una de las más conocidas de España en la reconquista:
Santiago y cierra España

Igualmente, es también el patrono de Galicia, celebrándose su festividad, el Día Nacional de Galicia, cada 25 de julio en la ciudad de Santiago de Compostela.

Además de Santiago de Compostela, otros pueblos españoles repartidos por todo el territorio nacional tienen celebraciones en honor a Santiago Apóstol. Procesiones, misas y ruegos junto a verbenas, conciertos o actividades infantiles como por ejemplo en la localidad de Albaladejo (Ciudad Real), en Navas de Oro (Segovia) o en Moratones (Zamora). También es patrón en la ciudad de Moncada (Valencia). Y en numerosos pueblos de la sierra madrileña como Collado Villalba o Colmenarejo.

En las islas Canarias, Santiago es patrono de la ciudad de Santa Cruz de Tenerife, capital de la isla de Tenerife, así como del municipio de Santiago del Teide. En la isla de Gran Canaria en el municipio del Gáldar, en cuyo templo está considerado como el Templo Jacobeo de Canarias, nombrado así por el Papa Juan Pablo II. Igualmente, la Villa de Los Realejos, al norte de Tenerife, fue puesta bajo la protección del Apóstol desde que el 25 de julio del año 1496 se dio por concluida, en estas tierras del antiguo Menceyato de Taoro, la fase bélica de la conquista de Tenerife, erigiéndose, ese mismo día, el templo de la Parroquia Matriz del Apóstol Santiago, en cuyo interior se conserva parte de un antiguo retablo a pincel que recogía la vida del Apóstol, y del que hoy se conservan tres tablas que conforman el famoso Tríptico de Santiago, obra salida del pincel del destacado obrador europeo del Maestro de Delf.

Su nombre en hebreo es Jacob (יעקב), pero con el tiempo se ha ido deformando en Jacobo, Iago, Yago, San Iago, San Yago, Santiago, Tiago. Diego, Jaime, James, Jim, Jimmy, Jackes. Decir San Santiago es un error.

Este dedal como muchos otros de mi colección, fue comprado en una de las numerosas tiendas que podemos encontrar paseando por las calles de la ciudad de Santiago de Compostela.

(Fecha de adquisición: 09/10/2015)

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