sábado, 24 de octubre de 2015

157. Dedal SAN ANDRÉS DE TEIXIDO // SAN ANDRÉS DE TEIXIDO´s Thimble

Dedal cerámica San Andrés de Teixido. La Coruña.
En mi entrada de hoy os quiero enseñar otro de mis dedales. Este dedal de cerámica es de un pueblecito del que ya os enseñé otros dedales en este mismo blog, San Andrés de Teixido. Un lugar mágico al que todos alguna vez deberíamos acudir para maravillarnos con la belleza espectacular de este pueblo y de las tierras gallegas. En este dedal, podemos observar una vista de su santuario.

Buscando por internet información para realizar esta entrada me encontré con un artículo de una revista que se llama “Revista 80 días“. Aquí os dejo esa información porque es un artículo que nos cuenta muchas de las leyendas de este lugar.

Un santo celoso de las peregrinaciones a Santiago de Compostela que dio origen a la leyenda de que, quien no acude a San Andrés de Teixido vivo, lo hará una vez muera. Un lugar de poder mágico y misterioso en los acantilados gallegos.

San Andrés de Teixido es uno de esos lugares mágicos de la Península Ibérica que el tiempo y las habladurías mantienen con un halo de misterio. La leyenda de esta pequeña aldea, ubicada en la parroquia de Régoa, en plena Sierra de A Capelada, se remonta a la Edad Media. Actualmente sus poco más de 50 vecinos aún mantienen que a San Andrés de Teixido, si no vas de vivo, irás de muerto.

Lo primero es la historia, pero la oficial, que para leyendas siempre hay tiempo. La iglesia de peregrinación existe desde el siglo XII, cuando fue propiedad de la Orden de Malta, bajo la protección de los condes de Trava. En 1196 pasó a manos de la Orden de San Juan de Jerusalén.

Tiempo después se hizo con ella la familia Andrade de San Sadumiño. Y el edificio actual parece datar del siglo XVI, aunque debieron ser obras más que largas, porque también presenta vestigios de los siglos XVII y XVIII. Según por donde lo mires es gótico o renacentista. Fue construir y después reconstruir, y reparar, aprovechando períodos de bonanza económica, al margen de todas las reyertas posibles entre los clérigos y la familia Andrade a la hora de cobrar los diezmos.

Un clérigo, conocido como el Padre Sarmiento, hace referencia a ella en 1703 como algo muy poco relevante. Claro, no decía que la pequeña iglesia está construida sobre los acantilados más altos de Europa. Por un lado, la escarpada Sierra de A Capelada, por otro, al fondo en el valle, el pequeño caserío de Teixido y luego, a 140 metros sobre el nivel del mar, está el santuario del apóstol San Andrés, donde se cuenta que guardan un hueso del propio santo. En una ocasión leí un comentario de un peregrino que decía “los muertos no sé cómo irán, pero los vivos con mucho cuidado”. Es cierto.
Pero incluso mucho antes de toda esta historia, en ese mismo lugar, ya hubo una divinidad pagana, venerada por muchos devotos de religiones pre-cristianas.

Las leyendas de San Andrés de Teixido.

Las leyendas que explican la formación de este santuario como lugar de poder son muchas. La más importante y famosa es la que reza “A San Andrés de Teixido, vai de morto o que non foi de vivo” es decir, si no vas de vivo, irás de muerto. Esto hace referencia a la creencia de que San Andrés se sentía celoso ante la afluencia de peregrinos a Santiago de Compostela. Un día recibió la visita de Dios acompañado de San Pedro y les comentó su queja con mucho pesar. A lo que el Todopoderoso le prometió que, a partir de entonces, a su santuario acudirían en procesión todos los mortales y, quien no lo hiciera en vida, tendría que hacerlo muerto, es decir, en espíritu.

Hay quien cuenta que lo que pasó en realidad fue que la barca de San Andrés arribó violentamente a los acantilados de Teixido, tras un naufragio, quedando convertida en peñascos… los peñascos conocidos como A Barca de San Andrés (porque dicen que tiene forma de barca invertida, es decir, con la quilla hacia arriba). El naufragio debió ser de órdago, con lo que Dios le compensó, prometiéndole que sería visitado y venerado por todos los mortales.

Ahondemos un poco más aún en estas leyendas y busquemos más atrás. Esta historia es como poco, curiosa. Se cuenta que cuando Dios terminó el mundo, descansó, apoyando su mano derecha sobre la región de Galicia. Los dedos se hundieron en el suelo, aún blando como la arcilla, y dieron lugar a los valles sumergidos que hoy se conocen como rías gallegas. Debieron de ser unos dedos realmente grandes. Mucho tiempo después, Jesús, acompañado de su amigo Pedro, quiso conocer el lugar en el que su padre había descansado la mano (para creer esto hay que obviar deliberadamente todo lo que se haya podido leer al respecto en la Biblia). Entonces, ambos amigos, tuvieron que recorrer toda la Península Ibérica hasta dar con el lugar concreto, donde muertos de sed, decidieron descansar. Sin embargo, el agua no era potable y tampoco encontraron nada que comer, así que Jesús pidió ayuda a su padre. Dios le envió una manzana y en el interior estaba cobijado San Andrés, así cuando Jesús hubo saciado el hambre y la sed, el santo quedó liberado.

Por ello, Jesús encomendó el lugar a este santo, para siempre. Pero San Andrés, desolado, le pidió que no le abandonara en un lugar tan inhóspito en el que no había ni comida ni agua. Y Jesús le prometió que, a partir de ese momento, la comida sería abundante, el agua fresca, le visitaría gente de todos los lugares del mundo y su nombre sería conocido y venerado por todos e incluso, tiempo después, también allí descansaría su hermano mayor, Santiago, quien también sería venerado por todos los cristianos. Y el santo aceptó.

Otras leyendas y tradiciones.

Tradiciones también hay muchas a lo largo y ancho del camino a Teixido y creencias que explican la orografía del terreno o la existencia y ausencia de ciertas construcciones. Una de ellas cuenta que en O Vico, cerca del pueblo, hay una roca de tamaño mediano y que, vista desde cierto ángulo, semeja una santa vista por la espalda, es decir, cubierta por un manto de la cabeza a los pies, recogiendo el mismo manto con el brazo izquierdo. A esta roca se la conoce como “Nosa Señora do Vico” (Nuestra señora de Vico).

Otra creencia, de difusión absolutamente oral, es la que cuenta la historia de una mujer de Teixido, que una mañana salió para llevar el almuerzo a los jornaleros que estaban trabajando en el campo, pero al regresar a su casa, no encontró ni rastro de ella. La creencia popular es la de que se hundió, tanto es así que la conocen como la “casa sumergida” y hay quien ha visto, en las inmediaciones del pueblo, la viga maestra del edificio.

También hay leyendas que hablan de doncellas encantadas. Por ejemplo, yendo por el camino del cementerio se encuentra el peñasco conocido como Peña do Encanto. En este lugar hay una jovencita muy bella, con un cabello largo y hermoso que llama la atención de quien la mira. Se dice que todos los años, en la noche de San Juan, sale al camino al amanecer y se hace visible a los transeúntes, con la esperanza de que la vea algún caballero dispuesto a romper su hechizo. Pero la cosa no es tan sencilla, claro está. A medida que el muchacho se acerca a la doncella encantada, ésta se vuelve más y más horrible, hasta convertirse en un monstruo terrorífico. La cuestión es atreverse a matar a ese monstruo y demostrar la valentía que obra el desencantamiento de la mujer, con la que el valiente se casará y además, podrá disfrutar de los tesoros encantados que ella misma guarda.

Pero tranquilos que aquí hay para todos, porque en Coto dos Fondás no hay una doncella encantada, sino varias. Se trata de las hijas de los nobles de la región que, al negarse a acatar los matrimonios impuestos que les habían sido arreglados, fueron castigadas de este modo y así esperan el día en que un valiente caballero las libere del hechizo. Ellas también se aparecen el 24 de junio.

A San Andrés de Teixido vai de morto quen non foi de vivo.

Por todas esas leyendas que hemos relatado anteriormente y las promesas al santo, hechas por el mismísimo Todopoderoso, todos los seres humanos están obligados a peregrinar en romería a San Andrés de Teixido. Así pues, quien no lo haga voluntariamente en vida, tendrá que hacerlo, por imposición, después. El mecanismo es el siguiente: las almas de los que no fueron en vida se reencarnan en animales ponzoñosos, es decir, lagartos, sapos, culebras, sabandijas… y tienen que hacer el mismo camino, pero arrastrándose en lugar de caminar. Hay quien dice que también es posible reencarnar en herradura y viajar de esta forma… Claro que también hay otra posibilidad: la de convencer a un vivo para que peregrine por ti y te acompañe durante el camino. En cuyo caso, el familiar o amigo del difunto, tendrá que ir a buscar al espíritu en pena a la propia tumba, dar unos golpes en la lápida y llamarlo por su nombre. Luego esa persona o personas emprenderán la peregrinación en compañía del muerto a quien deberán ir hablando todo el camino, para que no se despiste y se pierda.

La costumbre para peregrinar.

Para todos aquellos que tengan en mente realizar el camino en vida, deben tener en cuenta los pasos a seguir para llevar a cabo una buena romería. La marcha es el momento en que las personas que van a peregrinar salen de su pueblo, en grupos de hombres y mujeres, que pueden ir a caballo o andando y que lo harán con alegría, es decir, cantando y acompañados por algún instrumento musical. Por el camino, los que lo hacen por primera vez, deben buscar una piedra y llevarla consigo (cada vez más difícil) para lanzarla en el milladoiro, es decir, un amontonamiento de piedras que deja constancia de que la persona ha hecho el viaje y ha cumplido. Estos montículos los hay en el santuario, a los bordes del camino, en los cruces, en otros lugares sagrados… No es difícil encontrarlos.

Una vez en el santuario, hay que entrar y dejar la ofrenda, si es que la han traído, o una limosna en los cepillos de la iglesia (detalle poco elegante del que no se hace mención en la leyenda). También se pueden traer velas y encenderlas en el santuario. Y antes de salir hay que besar una pequeña imagen del santo, con la que además nos darán la bendición. Es lo que se llama “poñer o santo” (poner el santo).

Después, el ritual nos lleva hasta la fuente del santo, aquella que dicen que nace debajo del mismo altar mayor de la iglesia y cae por tres chorros de agua helada. Por lo visto, el caudal es el mismo en invierno que en verano. Y la tradición implica ir a consultar al santo si tiene intención de cumplir las gracias que se le han pedido. Para esto hay que tirar una miga de pan al agua, si la miga flota, la súplica se cumplirá, pero si la miga se hunde… el santo pasa.

Aunque también hay quien cuenta que la consulta va más allá, pues si la miga flota, el consultante aún podrá visitar el santuario, al menos una vez más, pero si la miga se hunde, ese será su último año de vida. Macabro, ¿verdad? Por eso también la llaman la “Fonte da morte e da vida” (la fuente de la vida y la muerte).

Si la gracia que uno va buscando, de camino a cumplir esta peregrinación obligatoria, es algo relacionado con el amor, entonces hay algo que incrementará las posibilidades de que se cumpla.

Cerca del mar hay una hierba conocida como “herba namoradeira” (hierba para enamorar), que son los claveles marinos y que por allí crecen en cualquier parte. Esta hierba se utiliza en los hechizos de amor para atraer a la persona amada. A veces se regala como símbolo de amistad, pero es, por excelencia, la hierba para enamorar.

Además, para el camino de regreso es costumbre traer el ramo de San Andrés, que consiste en una vara de avellano (la protección), una ramitas de tejo (en gallego es teixo, de donde viene el nombre el pueblo) como símbolo de salud. De hecho, el tejo produce el taxol, una de las principales sustancias anti-cancerígenas de la actualidad. Y, por último, algunas ramitas de la hierba para enamorar, para tener también amor. Y ciertas personas también cuelgan del ramo unas figuritas conocidas como “Sanandreses”, hechos con miga de pan sin fermentar, endurecida en el horno y después pintada a mano. Estas figuritas pueden tener varias formas, todas ellas aludiendo a estos símbolos que hemos recogido de la leyenda del Santo. Inicialmente había tres figuras: el hombre, la mujer y la paloma; actualmente son cinco: la mano (pide el amor, la amistad y las buenas compañías), el pez (trabajo y dinero), la barca (los viajes, la casa y los negocios), el santo (la salud física, la mental y la buena convivencia) y el pensamiento (por los estudios, las pruebas y el sentido común, pero también es bueno contra el mal de ojo).

La energía del lugar.

Curiosamente, en esta zona se conoce a la Vía Láctea como “Camino de San Andrés”, ya que dicen que la constelación de esta galaxia termina justo encima del santuario. Razón de más.

Cuando uno ha cumplido con todo el ritual, puede dedicarse a mezclarse libremente con el entorno y disfrutar de la naturaleza y todas las sensaciones que ésta produce. El lugar se presta a las visiones más interesantes y es que no hay que olvidarse nunca del poder de la sugestión, porque los lugareños cuentan historias que aluden a los sonidos de pasos perdidos en la oscuridad y a los lamentos nocturnos de peregrinos arrepentidos que llegan a este sanatorio de almas, buscando el perdón del santo para poder abandonar definitivamente este mundo.

En cualquier caso siempre es mejor ir y comprobarlo antes de ser condenado a reencarnar en alimaña o peor aún, tener que emprender el camino como alma en pena. (Revista 80 días)

Bueno, me queda deciros como siempre, que este dedal lo conseguí en la tienda del pueblo “Recuerdos del Santuario. San Andrés de Teixido“, en la que podéis encontrar este dedal y muchos otros, y también muchos otros souvenirs del pueblo. Como ya os dije en mis otras entradas, os recomiendo que si algún día tenéis la oportunidad, lo visitéis.

(Fecha de adquisición: 02/08/2015)

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