A continuación os contaré algunas cosas sobre cada uno de los monumentos que podemos ver en el dedal:
Arco de Bará.
El Arco de Bará (en catalán Arc de Berà, que derivaría del nombre del conde Bera), es un arco de triunfo construido por los romanos a unos 20 kilómetros al nordeste de Tarragona, en la localidad de Roda de Bará. El arco de Bará es uno de los elementos del “Conjunto arqueológico de Tarraco“, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, siendo identificada la torre con el código 875-014.
El arco está situado sobre el trazado de la Vía Augusta, hoy convertida en la carretera N-340. Es un arco honorífico constituido por un cuerpo central sobre un podio, decorado con falsas pilastras acanaladas que culminan en capiteles corintios. Tiene una única abertura en arco de medio punto. La parte superior de la construcción tiene un entablamento formado por arquitrabe, friso y cornisa. Está construido con piedra calcárea, probablemente de algún yacimiento cercano.
La construcción del monumento deriva del testamento de Lucio Licinio Sura y se hizo en el reinado de Augusto, sobre el año 13 a. C. La inscripción que se conserva dice: “Ex testamento L(ucio) Licini(o) L(ucio) f(ilii) Serg(ia tribu) Surae consa […] “. Lo erigió para marcar los límites territoriales y terminar con las disputas entre las tribus de los ilérgetes y los cosetanos.
Anfiteatro romano de Tarragona.
El anfiteatro de Tarraco es un edificio romano construido muy cerca del mar, tras la muralla de la ciudad de Tarraco, capital de la provincia romana Hispania Citerior Tarraconensis. Es una de las localizaciones del lugar Patrimonio de la Humanidad llamado “Conjunto arqueológico de Tarraco“, en concreto con el código 875-007 (actual Tarragona).
Fue construido a finales del siglo II d.C., en un espacio que había sido un área funeraria.
Durante el imperio de Heliogábalo, a principios del siglo III d.C., en el anfiteatro se llevaron a cabo diversas reformas. En conmemoración de este hecho, el podium se coronó con una gran inscripción monumental, de la que se conservan numerosos fragmentos.
El 21 de enero del año 259, en el marco de las persecuciones contra los cristianos en época del emperador Valeriano, fueron quemados vivos en la arena del anfiteatro el obispo de la ciudad, Fructuoso y sus diáconos, Augurio y Eulogio.
Durante el siglo V, y como consecuencia de la política religiosa de los primeros emperadores cristianos, el anfiteatro fue perdiendo sus funciones originarias. Un siglo después se aprovecharon las piedras de éste, sobre todo los sillares de la gradería, para construir una basílica cristiana de tres naves que conmemoró el lugar del martirio de los tres santos de la Iglesia tarraconense. Alrededor del templo se construyó un cementerio con tumbas excavadas en la arena y mausoleos funerarios adosados a la iglesia.
La invasión islámica abrió un período de abandono del conjunto hasta que, en el siglo XII, se erigió sobre los cimientos de la basílica visigótica un nuevo templo bajo la advocación de Santa María del Milagro. De estilo románico y planta de cruz latina, una sola nave y un ábside cuadrángular. La iglesia se mantuvo en pie hasta 1915.
En él se disputaban todo tipo de espectáculos, como la munera (lucha de gladiadores) o las venationes (luchas con animales). También cacerías, exhibiciones atléticas y suplicios de muerte (así como matanzas de cristianos).
Se construyó cerca del mar en la parte baja de la ciudad por su fácil acceso tanto para el público asistente a los espectáculos como para el desembarco en la playa de los animales usados para ellos.
Está colocado en una pronunciada pendiente, aprovechando la roca para recortar parte de las gradas.
En las demás partes donde no se podía aprovechar la topografía, las gradas se levantaron sobre bóvedas. Se combinó el uso de hormigón (opus caementicium) y el de grandes sillares de piedra (opus quadratum).
Se sabe que en determinadas ocasiones se desplegaba una enorme carpa (velum) que protegía a los espectadores del sol.
Debajo de la arena donde se celebraba el espectáculo, en los sótanos inferiores, se hallaban unos montacargas que, mediante un sistema de poleas y contrapesos accionados por tornos, levantaban las jaulas con las fieras, los gladiadores o diversos elementos escenográficos de los juegos. En las fosas o sótanos también había zonas de descanso y de culto.
En la zona norte de la fosa trasversal se encontró una pintura al fresco (hoy conservada en el Museo Nacional Arqueológico de Tarragona) dedicada a la diosa Némesis, que decoraba una pequeña capilla destinada a la invocación de esta diosa protectora de los gladiadores.
Escudo de Tarragona.
El escudo de la ciudad de Tarragona consiste en un campo de oro (amarillo o dorado), con cuatro verados en ondas de gules (rojo) en pal.
Se trata, pues, de una variación del Señal Real de la Corona de Aragón (Tarragona es de jurisdicción real desde 1173), en la que los cuatro palos de gules se han modificado en verados.
Como sucede con muchos escudos de los primeros tiempos de la heráldica, se trata de elementos geométricos sin ninguna significación concreta más allá de la señoría real de la ciudad en la Edad Media.
En el diseño que se aprobó por el pleno municipal el 30 de noviembre de 1892, y que se ha usado desde entonces, se representa sobre pergamino de plata. Por timbre, la llamada corona de príncipe, abierta y sin diademas que es un círculo de oro (aunque habitualmente representado en plata o blanco), engastado de piedras preciosas, compuesto de ocho florones, visibles cinco, interpolados de perlas; surmontada de una palma de sínople (verde). El todo rodeado por una corona formada por una rama de laurel y otra de encina de sínople unidas por una cinta de púrpura con el lema Fidelísima y Ejemplar (que habitualmente no se representa).
Los testimonios más antiguos conservados de los verados en pal del blasón de Tarragona son del siglo XIV, ya que aparecen en libros de actas del Consejo Municipal de 1369, 1388 y 1397, aunque sin representación del color. Las primeras referencias al color del escudo son del siglo XV. Así, en 1416, hay constancia de la compra de seda roja y amarilla para unos pendones con las ondas o señal de la ciudad y hay anotaciones similares de 1443, 1447 y 1448. Las primeras imágenes a color del escudo son de 1465 (Liber notacionum praesentis civitatis) y de 1568 (Llibre de les actes de les aygües).
La corona y palma sobre el escudo de armas provienen de un privilegio concedido por Felipe IV, en 1645, para premiar la adhesión de los tarraconenses al bando real durante la Guerra de los Segadores. Los títulos de Fidelísima y Ejemplar fueron concedidos por Isabel II en el Real Decreto de 23 de febrero de 1856 en premio a los servicios prestados durante la Guerra del Francés.
Catedral de Santa María de Tarragona.
La Catedral Basílica Metropolitana y Primada de Santa María es una catedral construida en el estilo gótico temprano, existente en la ciudad y provincia de Tarragona, en la comunidad autónoma de Cataluña. Se encuentra situada en la parte más alta de Tarragona, sobre un lugar que ya ocuparon con anterioridad un templo dedicado al culto imperial romano (el templo de Augusto), una catedral visigótica y una mezquita árabe.
En su estado actual corresponde al periodo de transición entre el románico y el gótico.
El 3 de abril de 1905 fue declarada Monumento Nacional.
La ciudad de Tarragona, la antigua Tarraco de época romana, que era prácticamente la capital de los territorios hispánicos, había perdido buena parte de su esplendor tras la caída del Imperio romano como consecuencia de las invasiones germánicas. Ello se acrecentó con la conquista de la ciudad en el siglo VIII por parte de los musulmanes, además de por el hecho de convertirse rápidamente en un territorio fronterizo para la defensa de los territorios islámicos, todo ello hasta su reconquista en el siglo XII por los condes de Barcelona.
En 1154 se instala, por primera vez en la ciudad de Tarragona un arzobispo con residencia permanente, Bernat Tort, llegado desde la Abadía de Saint-Ruf, en la ciudad de Aviñón, hoy en Francia, y que era un territorio que por esas fechas tenía importantes vínculos con los condes de Barcelona. En las ordenaciones que el nuevo arzobispo dicta para regular la vida interna del reducido Capítulo Catedralicio, hace referencia a la construcción que estaba efectuando de una fortaleza para protegerse de las previsibles incursiones musulmanas, fortaleza asentada sin lugar a dudas entre los restos existentes en esa época de edificios de origen romano. Evidentemente esa pequeña fortaleza incluía una primera iglesia catedralicia, iglesia que estaba consagrada a santa Tecla.
No se tiene información exacta sobre el proceso constructivo de la nueva catedral gótica en la ciudad, puesto que los primeros datos conocidos corresponden a la fecha de su consagración, en 1331. Sin embargo, existen documentos anteriores que atestiguan la realización de las obras, como por ejemplo un legado testamentario que fue efectuado por Pere de Queralt en 1166 o el testamento del obispo de Tarragona, Hugo de Cervelló, quien fuera asesinado en 1171.
Parece, pues, que las obras de la nueva catedral se iniciaron en una fecha imprecisa, pero siempre posterior al año 1171, y que dieron inicio por la cabecera del nuevo templo.
Hay noticias de la existencia de canónicos desde finales del siglo XI, pero la estructuración fue a partir del año 1154 por el arzobispo Bernat Tort, según la orden de san Agustín con monjes venidos del monasterio de san Ruf de Aviñón, orden a la cual pertenecía el obispo y que había impuesto la reforma gregoriana del siglo XI. El papa Clemente VII secularizó a los canónicos de la catedral el 4 de diciembre de 1530.
Para la vida comunitaria se dotó de las dependencias necesarias situadas alrededor del claustro, como el dormitorio, el refectorio, la bodega, la cocina y la sala capitular. Además del prior claustral, se nombraron las figuras del pavorde que administraba los bienes, el arcediano para la ayuda en la celebración de los oficios, el tesorero que se ocupaba de los gastos del culto, el sacristán mayor, que tenía a su cargo el servicio del culto, el camarero que cuidaba del vestuario, el capiscol (o chantre) dirigente del coro, el sub-capiscol que enseñaba los cantos, el hospitalario encargado del hospital de la catedral y el enfermero que cuidaba de la enfermería.
Balcón del Mediterráneo.
El Balcón del Mediterráneo es un barranco de unos 30 metros de altura que se sitúa al final de la Rambla Nova. Rodeado por una antigua barandilla de hierro forjado por Joan Miquel Guinart en el inicio del siglo XX, este monumento ofrece una bella vista panorámica sobre el mar Mediterráneo.
Cuenta la historia que adquirió este nombre cuando el Rey Carlos I de España y V de Alemania, al visitar la ciudad en 1542 exclamó: “Este es el mejor balcón al mar que existe en mis estados”.
Debajo del balcón encontramos la playa del Miracle y al fondo de esta, podemos observar el conocido Fortí de la Reina, un antiguo palacio y fortaleza que se ha convertido en parte de la historia de Tarragona.
La tradición cuenta que no puede haber paseo por la Rambla sin terminar en dicho monumento y Tocar Ferro (Tocar hierro) en señal de suerte.
Acueducto Puente del Diablo.
El llamado acueducto de les Ferreres, en ocasiones denominado también Puente del Diablo, es una arquería romana que forma parte del acueducto que suministraba agua desde el río Francolí a la ciudad de Tarraco (Tarragona), desde una distancia de 25 km. La arquería está situada en las afueras de la ciudad de Tarragona (Cataluña), que ha sido designada “Patrimonio de la Humanidad” por la Unesco, gracias a que es uno de los monumentos de la época romana que se conservan en extraordinario buen estado.
El acueducto fue construido en el siglo I a.C. por Augusto y suministraba agua desde el río Francolí a la ciudad de Tarraco, capital de la provincia romana Hispania Citerior Tarraconensis que abarcaba, en su época de máximo esplendor, dos terceras partes de la Península Ibérica. Se utilizó hasta bien entrado el siglo XVIII.
Situado a 4 km al norte de la ciudad. Mide 217 metros de largo y 27 metros de altura máxima. Tiene dos niveles con arcos superpuestos y construido en obra de sillares unidos en seco. Distan 40 centímetros de desnivel desde su parte norte a la parte sur, lo cual facilitaba el discurrir del agua hasta la ciudad.
Este dedal fue comprado en la tienda de souvenirs “Mediterrani“, que podemos encontrar en la Carrer de Sant Oleguer, justo en frente al Circo romano de la ciudad de Tarragona.
(Fecha de adquisición: 31/07/2015)
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