viernes, 25 de diciembre de 2015

216. Dedal SANTIAGO DE COMPOSTELA // SANTIAGO DE COMPOSTELA´s Thimble

Dedal resina de Santiago de Compostela. La Coruña.
Pues bien, en mi entrada de hoy me gustaría enseñaros un dedal de la ciudad de Santiago de Compostela que compré hace unos meses en una tienda de la ciudad de La Coruña. Esta tienda en donde compré este dedal de resina es la tienda Brigantium, y está situada en la Calle Franja de la ciudad herculina.

En este dedal de resina podemos observar una de las más bonitas, y más fotografiadas vistas de la Catedral de Santiago de Compostela desde el Parque de la Alameda. Y también en la parte superior del dedal podemos ver la imagen del Apóstol Santiago el Mayor. Por eso a continuación, os voy a comentar algo sobre estos dos lugares y también sobre el Apóstol.

Santiago de Compostela es una ciudad y municipio de España. Capital de la comunidad autónoma de Galicia, pertenece a la provincia de La Coruña.

Está situada a 65 km al sur de La Coruña y a 62 km al norte de Pontevedra. Incluye los antiguos municipios de Conxo (incorporado en 1925) y Enfesta (incorporado en 1962). La ciudad antigua es Patrimonio de la Humanidad por la Unesco desde 1985.

En ella tiene su sede el gobierno autonómico gallego (Xunta de Galicia) y el Parlamento. Destaca por ser un importante núcleo de peregrinación cristiana, junto con Jerusalén y Roma, al señalar la tradición de que allí se dio sepultura al Apóstol Santiago el Mayor. De especial importancia artística es su Catedral dedicada precisamente al Apóstol Santiago el Mayor. Es también relevante su Universidad, de más de 500 años de historia, la cual da a la ciudad un ambiente estudiantil, con 30.000 alumnos matriculados cada curso.

Catedral de Santiago de Compostela.

La catedral de Santiago de Compostela es un templo de culto católico situado en la ciudad homónima, en el centro de la provincia de La Coruña, en Galicia. Acoge el que, según la tradición, es el sepulcro del Apóstol Santiago, lo cual convirtió al templo en uno de los principales destinos de peregrinación de Europa durante la Edad Media a través del llamado Camino de Santiago, una ruta iniciática en la que se seguía la estela de la Vía Láctea comunicando la Península Ibérica con el resto del continente. Esto fue determinante para que los reinos hispánicos medievales participaran en los movimientos culturales de la época; en la actualidad sigue siendo un importante destino de peregrinación. Un privilegio concedido en 1122 por el papa Calixto II declaró que serían “Año Santo” o “Año Jubilar” en Compostela todos los años en que el día 25 de julio, día de Santiago, coincidieran en domingo; este privilegio fue confirmado por el papa Alejandro III en su bula Regis aeterni en 1179.

Fue declarada Bien de Interés Cultural en 1896, y la ciudad vieja de Santiago de Compostela, que se concentra en torno a la catedral, fue declarada bien cultural Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1985.

Según la tradición, el Apóstol Santiago el Mayor difundió el cristianismo en la Península Ibérica.

En el año 44 fue decapitado en Jerusalén y sus restos fueron trasladados posteriormente a Galicia en una barca de piedra. A raíz de las persecuciones romanas de los cristianos de Hispania, su tumba fue abandonada en el siglo III. Siempre según la leyenda, esta tumba fue descubierta en torno al año 814 por el ermitaño Pelayo (Pelagius) después de ver unas luces extrañas en el cielo nocturno. El obispo Teodomiro de Iria reconoció este hecho como un milagro e informó al rey Alfonso II de Asturias; el rey ordenó la construcción de una capilla en el lugar. Dice la leyenda que el rey se convirtió en el primer peregrino en este santuario. Esta capilla fue seguida por una primera iglesia el año 829 y posteriormente por una iglesia prerrománica el 899, construida por orden del rey Alfonso III, convirtiéndose gradualmente en un importante lugar de peregrinaje. El año 997 esta iglesia primitiva fue reducida a cenizas por Almanzor, comandante del ejército del califa de Córdoba. Las puertas y las campanas de la iglesia, portadas a hombros por cautivos cristianos hasta Córdoba, se añadieron a la mezquita aljama. Cuando Córdoba fue tomada por el rey Fernando III de Castilla en 1236, estas mismas puertas y campanas fueron transportadas por prisioneros musulmanes a Toledo, y se incluyeron en la Catedral de Santa María de Toledo.

La construcción de la actual catedral se inició en 1075 bajo el reinado de Alfonso VI y el patrocinio del obispo Diego Peláez. Fue construida según el mismo plano que la iglesia de ladrillo monástica de San Sernín de Toulouse, probablemente el mayor edificio románico de Francia. El templo fue construido fundamentalmente en granito. La construcción se detuvo en distintas ocasiones y, según el Liber Sancti Iacobi, la última piedra fue colocada en 1122 y la catedral fue consagrada en 1128.

Según el Codex Calixtinus, los arquitectos fueron “Bernardo el viejo, un maestro maravilloso”, su ayudante Galperinus Robertus y, más tarde, posiblemente “Esteban, maestro de catedrales”. En la última etapa “Bernardo, el joven” (que posiblemente era hijo de Esteban) terminaba el edificio, mientras que Galperinus estuvo a cargo de la coordinación. También construyó una fuente monumental delante de la portada septentrional en 1122.

La última etapa de construcción comienza en 1168 cuando el capítulo encarga al maestro Mateo la realización de la cripta y el Pórtico de la Gloria, y la catedral es definitivamente consagrada en abril de 1211, en la mañana del jueves de la segunda semana de Pascua, por el arzobispo Pedro Muñiz, en presencia del rey Alfonso IX y su hijo, además de numerosas autoridades eclesiásticas y civiles.

La iglesia se convierte en sede episcopal en 1075 y, en buena medida gracias a las gestiones del obispo Diego Gelmírez y a su creciente importancia como lugar de peregrinación, Calixto II la consolida como sede arzobispal en 1120. La catedral fue embellecida y ampliada entre los siglos XVI y XVIII.

Parque de la Alameda.

Aunque el parque recibe el nombre de Alameda, se forma por tres partes bien diferenciadas: el paseo de la Alameda, la carballeira (robledal) de Santa Susana y el paseo de la Herradura.

Todo el conjunto lo hace desde el siglo XIX el área verde más visitada por los santiagueses, siendo un buen sitio para pasear y hacer deporte, con una extensión de unos 80.000 m².

La distinción de la Alameda está sin duda en sus vistas.

Una de las mejores vistas de la Catedral puede verse desde uno de los maravillosos miradores del Paseo de los leones. Muestra de ello es la escultura del poeta gallego Valle Inclán que está en este mismo paseo y nos muestra como el escritor se sentaba en ese banco para admirar la Catedral cuando vivía en Santiago. La obra está hecha en bronce por el escultor César Lombera.

También hay una magnifica vista al Campus Sur Universitario, junto a las balaustradas en la parte oeste del parque.

Acoge una gran variedad de especies arbóreas, entre las que destacan la espectacular carballeira, los fragantes eucaliptos o los castaños de Indias del Paseo de la Herradura, el abeto del Caúcaso, diversas variedades de cipreses, entre ellas el ciprés de Lawson, los cedros del Himalaya, la araucaria, los cedros del Himalaya, la camelia florida o el arce.

Dentro del parque tenemos que destacar la Iglesia que le da nombre a la carballeira, la Iglesia de Santa Susana, del s. XII. Está situada en la parte más alta del parque.

En la entrada del parque, viniendo del casco histórico hay una estatua de Las dos Marías o Las dos en punto. Tienen este nombre porque salían todos los días a esa hora para coquetear con los universitarios que a esa hora estaban de paso para comer.

Siempre salían con ropas muy coloreadas y con mucho maquillaje a pesar de su avanzada edad.
Siempre salían juntas, de hecho Corelia murió antes que Maruxa, estos eran sus nombres verdaderos, y Maruxa nunca salió sin ella, muriendo pocos meses después.

Un apunte para los enamorados. En el final del paseo de los Leones hay un Eucalipto llamado el Eucalipto del amor, donde los enamorados acuden para dar rienda suelta a su pasión y con el deseo de ser felices el resto de sus vidas.

Está rodeado por un banco de madera y tiene unas espectaculares vistas a la Catedral. Con sus 120 años de edad y una altura cercana a los 40 metros, es uno de los primeros ejemplares de esta especie de origen australiano que se plantó en Galicia.

Apóstol Santiago el Mayor.

Santiago de Zebedeo o Jacobo de Zebedeo (en griego: Ἰάκωβος Ya’akov), conocido en la tradición cristiana como Santiago el Mayor para distinguirlo del otro discípulo con el mismo nombre, fue uno de los doce apóstoles de Nazaret. Nació probablemente en Betsaida (Galilea). Fue hijo de Zebedeo y Salomé, y hermano de Juan el Apóstol. Murió a manos de Herodes Agripa I en Jerusalén entre los años 41 y 44 de nuestra era. Es el patrono de España.

Era hijo de Zebedeo (cf. Mateo 4:21), y tenía un hermano llamado Juan, que sería también discípulo de Jesús (cf. ibid). Probablemente también su madre seguía a Jesús (cf. Mateo 20:20). Su maestro Jesús les puso el sobrenombre de “Boanerges” (Marcos 3:17), que, según el mismo evangelista afirma, quería decir “hijos del trueno”; el episodio narrado por Lucas en que Santiago y su hermano Juan desean invocar a Dios para que consuma a fuego una ciudad de samaritanos (Lucas 9:54) hace honor a este nombre. Fue uno de los primeros que recibieron la llamada de Jesucristo, cuando estaba pescando en el lago de Genesaret junto a su hermano (Marcos 1:19). Más tarde será llamado a formar parte del más restringido grupo de los Doce (cf. Mateo 10:3). Junto con su hermano Juan y con Simón Pedro, tiene un trato privilegiado con Jesús: es testigo presencial de la resurrección de la hija de Jairo (Marcos 5:21-43), de la transfiguración de Jesús (Lucas 9) y de la oración en el Huerto de los Olivos (Marcos 14:33). También formó parte del grupo restringido de discípulos que fueron testigos del último signo realizado por Jesús ya resucitado: su aparición a orillas del lago de Tiberíades y la pesca milagrosa (Juan 21:1-8). Los Hechos de los Apóstoles registra su presencia en el Cenáculo en espera orante de la venida del Espíritu Santo (Hechos 1:13). Santiago es condenado a muerte y decapitado por orden del Rey de Judea Herodes Agripa I (Hechos 12:2). Por este dato podemos poner la fecha de muerte de Santiago entre los años 41 y 44, pues fueron los años en que Agripa I fue rey de Judea.

Según una tradición medieval, tras el Pentecostés (hacia 33 d. C.), cuando los apóstoles son enviados a la predicación, Santiago habría cruzado el mar Mediterráneo y desembarcado para predicar el Evangelio en la Hispania (actuales España y Portugal). Según unos relatos, su prédica habría comenzado en la Gallaecia, a la que habría llegado tras pasar las Columnas de Hércules. Según el escritor gaditano Fray Gerónimo de la Concepción, Santiago fue quien consagró el Templo de Hércules a San Pedro (Sancti Petri). Siguió bordeando la Bética y la deshabitada costa de Portugal; otras tradiciones afirman su llegada a Tarraco y su viaje por el valle del Ebro, hasta entroncar con la vía romana que recorría las estribaciones de la Cordillera Cantábrica y terminaba en la actual La Coruña. Una tercera versión postula su llegada a Carthago Nova (actual Cartagena, por el barrio de Santa Lucía), de donde partiría hacia el norte. Esta tradición hace de Santiago el santo patrón protector de España.

En cualquier caso, la tradición de la evangelización por el Apóstol Santiago indica que este hizo algunos discípulos, y siete de ellos fueron los que continuaron la tarea evangelizadora una vez que Santiago regresó a Jerusalén. Para ello fueron a Roma y fueron ordenados obispos por San Pedro.

Son los siete Varones apostólicos. La tradición de los Varones Apostólicos los sitúa junto a Santiago en Zaragoza cuando la Virgen María se apareció en un pilar.

De acuerdo a la tradición cristiana, hacia el año 40 la Virgen María se apareció a Santiago el Mayor en Caesaraugusta. María llegó a Zaragoza “en carne mortal” —mucho antes de su asunción— y como testimonio de su visita habría dejado una columna de jaspe conocida popularmente como “el Pilar“. Se cuenta que Santiago y los siete primeros convertidos de la ciudad edificaron una primitiva capilla de adobe en la vera del Ebro.

Se dice que diversas pruebas, tantos históricas como científicas, han confirmado que los restos hallados en Santiago de Compostela corresponden al apóstol Santiago, pero la falta de un análisis directo de dichos restos, permite suponer que pueden ser los restos del obispo Prisciliano, o de otra persona importante del período romano. El Santo Padre, León XIII, en 1884, en forma de Bula Papal reafirmó la pertenencia de los restos al apóstol.

La tradición que sitúa a Santiago el Mayor en Jerusalén, poco antes de su martirio, la recogen diversos apócrifos neotestamentarios (El libro de la Dormición de María, etc.), todos ellos anteriores al “descubrimiento” de la Tumba del Apóstol. Según estos relatos, cuando María ve cerca su muerte, recibe la visita de Jesucristo resucitado. Ella le pide estar rodeada por los apóstoles en el día de su muerte, pero todos ellos están dispersos por el mundo. Jesucristo le concede su deseo y permite que sea la misma María, por medio de aparición milagrosa, quien avise a sus discípulos. La aparición de María a Santiago se habría producido sobre un pilar en Caesaraugusta (actual Zaragoza), columna que se sigue venerando en la Basílica de Nuestra Señora del Pilar, en la capital aragonesa.

Santiago habría hecho todo el viaje de vuelta desde España hasta Jerusalén para encontrar a María, madre de Jesús de Nazaret (ya que ella seguía viva allí, en la capital de Judea) antes de su dormición, hallando la muerte ante Herodes Agripa en el martirio. La leyenda se cierra con que sus discípulos habrían llevado su cuerpo (conservado de alguna manera) por el mar Mediterráneo en una mítica embarcación de piedra y habrían costeado el Atlántico nuevamente hasta Galicia, donde lo habrían enterrado justamente en Iria Flavia, donde el obispo Teodomiro lo halló en el siglo IX.

Alrededor del año 813, en tiempos del Rey de Asturias Alfonso II el Casto, un ermitaño cristiano llamado Paio (Pelayo) le dijo al obispo gallego Teodomiro, de Iria Flavia, que había visto unas luces merodeando sobre un monte deshabitado. Hallaron una tumba donde se encontraba un cuerpo decapitado con la cabeza bajo el brazo. El rey Alfonso ordenó construir una iglesia encima del cementerio (compositum), origen de la Catedral de Santiago de Compostela (“Santo Jacob del compositum“). Otros sostienen que la palabra Compostela proviene de campus stellae: “campo de las estrellas”, debido a las luces que bailoteaban sobre el cementerio.

En el mes de mayo de 1589, Francis Drake amenazó a Compostela después de desembarcar en La Coruña. El Arzobispo, Juan de Sanclemente, acordó con el Cabildo de la Catedral ocultar cuanto de importante había en ella. Por ello, los restos fueron depositados en un escondrijo dentro del ábside de la capilla mayor, detrás del altar. Tales restos fueron encontrados a treinta metros de profundidad respecto del suelo en las excavaciones realizadas en la Catedral en 1878 y 1879 por Antonio López Ferreiro.

En tales excavaciones, se pudo encontrar, entre los restos de un mausoleo romano, una inscripción sepulcral en griego, Athanasios martyr y los restos de tres personas distintas: dos de edad media y una en el último tercio de vida, lo que llevó a identificarlos con los tradicionales Santiago y sus discípulos Atanasio y Teodoro. No obstante, el Papa León XIII nombró una Congregación extraordinaria para el estudio de estos restos. Los documentos enviados a Roma, sin embargo, no le satisficieron, enviando a Monseñor Agostino Caprara, Promotor de la Fe en el proceso, a Santiago para que examine sobre el terreno los restos y tome declaración a quienes intervinieron. Caprara, no obstante, mandó analizar primero el presunto resto de Santiago venerado en Pistoia, tarea que estuvo a cargo del Doctor Chiapelli, quien dictaminó que se trataba de una apófisis mastoidea derecha con restos de sangre coagulada, pieza que habría sido separada a consecuencia de una decapitación.

El 8 de junio de 1884 llega a Santiago, y en el examen se constata que uno de los tres cráneos carece de apófisis mastoidea derecha. La resolución de la Congregación fue publicada el 25 de julio del mismo año, festividad de Santiago. León XIII publicó el 1 de noviembre del mismo año la Bula Deus Omnipotens, donde hacía un repaso a la Historia del Santuario y llamaba a emprender nuevas peregrinaciones a Santiago.

Sin embargo, quedaba por constatar la datación cronológica de los restos, lo que llevó a mediados del siglo XX a voces críticas. Así, Claudio Sánchez Albornoz:
…pese a todos los esfuerzos de la erudición de ayer y de hoy, no es posible, sin embargo, alegar en favor de la presencia de Santiago en España y de su traslado a ella, una sola noticia remota, clara y autorizada. Un silencio de más de seis siglos rodea la conjetural e inverosímil llegada del apóstol a Occidente, y de uno a ocho siglos la no menos conjetural e inverosímil traslatio. Sólo en el siglo VI surgió entre la cristiandad occidental la leyenda de la predicación de Santiago en España; pero ella no llegó a la Península hasta fines del siglo VII. 
C. Sánchez Albornoz: “En los albores del culto jacobeo“, en Compostellanum 16 (1971) pp. 37-71.
Por una parte, se ha documentado arqueológicamente la existencia previa de una necrópolis dolménica y luego de un cementerio utilizado en época romana y sueva. Estos descubrimientos solo prueban que Compostela era una necrópolis precristiana, pero no soluciona nada con respecto a la tumba de Santiago, cuyos restos podrían pertenecer bien al mismo apóstol (el tráfico de reliquias comenzaba a desarrollarse en ese periodo), bien a cualquier otro mártir cristiano. Incluso algunos proponen que se trate de los restos del mismísimo Prisciliano. En 1955 se encontró, en las proximidades de la tumba, la cubierta sepulcral de Teodomiro, lo que confirma que quiso enterrarse en el lugar de su propio hallazgo.

En 1988, dos académicos de la Real Academia de la Historia avanzan en los descubrimientos: el filólogo Isidoro Millán González-Pardo halla la inscripción martyr y una referencia a Atanasio en una piedra datada a finales del s. I o principios del s. II, mientras que el arqueólogo Antonio Blanco Freijeiro confirma los restos del Apóstol.

Los descubrimientos más recientes proceden de un estudio desarrollado por Enrique Alarcón, profesor de Metafísica de la Universidad de Navarra, publicado el 24 de junio de 2011, en el ámbito de la clausura de la Cátedra Camino de Santiago, sobre la base de los estudios realizados en 1988 y de reproducciones de la tumba, por no tener acceso físico a la misma, hallando la inscripción Jacob (Santiago, en hebro), con simbología propia de la estética del cementerio judeocristiano de Israel del s. I. Una de las inscripciones contiene referencias a la fiesta judía del Shavu’ot con representación de panes rituales. Esta fiesta, de la que se tiene conocimiento por el Levítico, se considera desapareció en torno al 70 d. C., con motivo de la destrucción del Templo de Jerusalén por los romanos, lo que permitiría ubicar cronológicamente la tumba. Estos datos permiten rechazar cualquier atribución de los restos a Prisciliano.

Dicho estudio continúa actualmente, pues faltan todavía las aportaciones que pueda realizar la propia Universidad de Santiago y el Cabildo de la Catedral.

La configuración actual de la cripta bajo el altar procede de las excavaciones realizadas a finales del siglo XIX. Los restos fueron depositados en una urna de plata realizada en 1886 por los orfebres Rey Martínez, dentro de un cofre de madera forrado con terciopelo rojo y con tres compartimentos, para Santiago, Atanasio y Teodoro.

El descubrimiento de la Tumba del Apóstol supuso para el rey de Asturias una serie de beneficios: la aglutinación de sus territorios como un solo reino, bajo la especial protección del Apóstol, y la cristianización de la antigua “Vía del Finisterre“, ruta seguida tradicionalmente por muchos pueblos de religión céltica, hasta el pretendido fin del mundo. De hecho, las peregrinaciones galas hacia el noroeste de España se han probado arqueológicamente y se puede afirmar que los celtas – en el primer milenio antes de nuestra era – recorrían toda Europa para ir a estos sitios, donde celebraban sus matrimonios y otros ritos. Este camino precristiano se convierte así en el Camino de Santiago o Ruta jacobea, y Compostela en el tercer núcleo de peregrinación medieval, tras Roma y Jerusalén.

En el año 1122, el papa Calixto II instituyó y proclamó que en adelante tuvieran la consideración y privilegios de Año Santo Jacobeo todos los años en los que la fiesta litúrgica de Santiago, el 25 de julio, coincidiera con el día domingo. El próximo año jacobeo tendrá lugar en 2021.

(Fecha de adquisición: 22/07/2015)

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